La difícil tarea de conformar Gobierno
Carlos Barrachina Lisón*
El gobernador electo Carlos Joaquín debe sentirse cómodo con su próximo gabinete. No hay duda de eso. A él le van a responsabilizar del éxito o fracaso de esta administración. La política es pacto, y todos hemos visto como a veces de los pactos y consensos han salido cosas buenas, y en otras ocasiones han generado un monstruo tipo “frankestein” del que no puede responsabilizarse ni la madre que lo trajo al mundo.
En la época del priismo tradicional a nadie se le ocurría abrir la boca en público. Existía el error político de considerar que todo se debía al partido político, y el temor fundado de que mejor esperar tiempos, y aguardar hasta que el “señor” se dignara a dirigir la mirada hacia uno. Se recurrían a todo tipo de “monerías”, y tácticas aprendidas para saberse situar en los círculos del poder. No era sencillo, pero existía un procedimiento.
En esta ocasión no hay librito que sirva de referencia. El PAN dice que Carlos Joaquín ganó las elecciones porque ellos fueron básicos y fundamentales; el PRD señala que gracias a ellos se pudo materializar la coalición, y alista a sus “tribus” cuchillo en boca para defender sus espacios. Ex priistas, joaquinistas y diversas faunas compiten para señalar quién lleva más años apoyando la figura del nuevo gobernador, y quién tiene el corazón “más puro”. Otros, recuerdan que el “pueblo” llevó a UNE a la victoria, y que el gobernador electo tiene que elegir entre los mejores perfiles profesionales que existen en la sociedad civil. Los priistas honrados, muchos de ellos acongojados en sus puestos públicos, recuerdan con voz queda, que se les prometió “respeto” profesional. No se la jugaron en el campo de batalla, ni enarbolaron estandartes, pero de forma discreta muchos fueron quintacolumnistas y “gargantas profundas”, en el interior de la administración. Sin ellos, sin su compromiso en las trincheras y en las urnas, no se hubiera podido derrotar el bastión priista del sur del estado, ni acabar con la pesadilla personalista de la nueva generación de priistas.
En esta ocasión todo el mundo se siente con derecho a opinar, lo que, si bien le da un toque de emoción al proceso, también es un tanto esquizofrénico. No sé quién va a ser capaz de filtrar tantos currículums, ni de valorar de forma adecuada a todas las personas que tienen un sincero deseo de servir al cambio político en Quintana Roo. ¿Quién son las mejores personas? ¿Qué significa el mejor perfil profesional? ¿Por qué hay que “colocar” a un valioso guerrero, que fue útil en la batalla, pero que no tiene idea, ni sensibilidad para manejar consensos, ni para hacer política? ¿Por qué colocar sin discusión a integrantes de los partidos que apoyaron la coalición como si se tratara de una cuota innegociable? Lograr equilibrios que satisfagan a todos no va a ser sencillo. De hecho, se me antoja que va a ser imposible, y que mucha gente se va a sentir traicionada, al ser sacrificada en beneficio del interés colectivo.
Mañana se abre la caja de pandora, con el nombramiento del equipo de transición. Sin duda, no va a ser el equipo que acompañe a Carlos Joaquín en su gobierno, pero de éste van a salir parte de los pilares fundamentales de la futura administración. Sobre alguno de los nombres que han llegado a mis oídos me puedo manifestar a favor, sobre otros mi sorpresa es muy grande, y espero sinceramente que sean amortizados en el periodo de transición; sin embargo, debemos esperar al día de mañana para poder hacer una valoración más ajustada.
Le deseo el mayor de los aciertos al gobernador electo. La reconciliación de una sociedad está en sus manos; y no sólo eso, sino el futuro económico, político y social de una entidad muy noble y lastimada. He señalado en diferentes ocasiones que no podemos esperar cambios radicales, y no debemos hacerlo, pero sí va a ser muy importante conocer los equipos de trabajo, para intuir el estilo de tomar decisiones del futuro Gobernador de Quintana Roo.