Tesorero de Borge compra avioneta de un millón de dólares

Por: Diario de Quintana Roo

Tesorero de Borge,Juan Pablo Guillerno, de ser un pobre diablo, hoy se compró una avioneta de más de un millón de dólares

Mientras en el Congreso del Estado continúan apareciendo más tropelías del ex titular de la Secretaría de Finanzas y Planeación (Sefiplan), Juan Pablo Guillermo Molina, por el desvío de varios miles de millones de pesos que pese a estar bajo su resguardo, a la fecha nadie sabe y nadie supo en dónde quedaron, éste parece no inmutarse en lo más mínimo, ni siquiera con la latente posibilidad de ir a la cárcel, y es así como desde el mismísimo día en que dejó el cargo se ha dedicado a disfrutar a cuerpo de rey de los lujos producto de su polémico desempeño, entre estos, el de contar con un avión privado que lo mismo le permite viajar a dónde le plazca que dar rienda suelta a su “desbordada” pasión por volar.

Datos recabados por el que esto escribe, confirmaron que meses antes de concluir con su gestión al frente de la citada dependencia, y en medio de la vorágine que lo acechaba por “desaparecer” los mil 056 millones de pesos que la empresa Aguakan pagó por la concesión del Sistema de Agua Potable de Playa del Carmen y la prórroga de las de Cancún e Isla Mujeres, además de otros 560 producto de un crédito que la Comisión de Agua Potable y Alcantarillado (CAPA) contrató con Interacciones, entre otras “hazañas”, al antes citado le dio por adquirir nada más y nada menos que un Beechcraft Baron G58 de cinco plazas, matrícula XB-MPY, el cual, según los especialistas, desde su introducción al mercado ha permanecido siempre cerca de la cima de la jerarquía de los aviones ligeros alrededor del mundo.
En este sentido, se sabe que Guillermo Molina, acostumbrado a las cosas buenas, dada su condición de “junior” y heredero de una de las familias más acaudaladas de la Península de Yucatán -condición que, como se puede observar, en nada le impidió involucrarse en el presunto desvío de recursos públicos que hoy lo tiene al borde de un proceso penal-, pagó por esta aeronave, en una sola exhibición, la nada despreciable cantidad de más de un millón 095 mil dólares, lo cual, como es de suponerse, no le cayó en gracia ni a sus propios subalternos en la Sefiplan, menos aún cuando al momento de la mencionada adquisición, insistimos, ya se sabía cómo iba a dejar las finanzas del Estado, es decir, prácticamente de cabeza y con miles y miles de millones de pesos que, al día de hoy, simple y sencillamente no aparecen.
Al respecto, no se puede perder de vista que además del escándalo que pesa en su contra por los más de mil 500 millones arriba señalados, Guillermo Molina también tiene en su haber, entre otros “pendientes”, lo relativo a un presunto peculado del orden de los mil 464 millones 604 mil pesos provenientes del Impuesto al Hospedaje, recaudados entre el 2014 (724 millones 766 mil pesos) y de enero a septiembre de 2015 (739 millones 838 mil pesos), los cuales nunca fueron entregados a los Fideicomisos de Promoción Turística del Estado, amén de que, como consta en los archivos de esta Casa Editora, desde el 2012, un año después del inicio de la anterior administración estatal, dejó de reportar los complementos de nómina que eran descontados a más de mil 500 trabajadores docentes y administrativos del Colegio de Bachilleres por concepto de pago a terceros interesados, lo cual, además que condenó a los antes citados al llamado “Buró de Crédito”, sin acceso a servicios crediticios, dejó al nuevo Gobierno un adeudo superior a los 400 millones de pesos.
Finalmente, vale la pena destacar que mientras el otrora titular de la Sefiplan sigue volando por el mundo en su “modesto” avión, en la XV Legislatura del Congreso del Estado, todos y cada uno de sus excesos están siendo debidamente documentados y no se espera más que, al margen de cualquier coyuntura, se haga valer la Ley ante este vergonzoso dispendio de recursos que hoy bien podrían servir, y así hay que decirlo, con todas sus letras, para mejorar la calidad de vida de miles de quintanarroenses.