En la guerra contra el narcotráfico, las Fuerzas Armadas viven un momento difícil. En los últimos 20 días, el secretario de la SDN, general Salvador Cienfuegos, ha hecho fuertes llamados a la clase política, pero ésta padece una crónica enfermedad de oídos sordos.
Primero fue por la emboscada en Sinaloa, donde el Ejército no pudo defenderse. Luego, el más reciente, el brutal desgaste a que se ha sometido a la institución.
Pocas veces se ha visto el rostro duro, molesto e inexpresivo de Cienfuegos, la situación no es menor. A nombre de los 230 mil soldados habló de ese desgaste del Ejército. No es cansancio, “la moral es alta en las filas”, es la falta de un marco jurídico que regule su participación en el combate al crimen organizado; cuidarlo de no ser festín de los derechos humanos e incrementar su presupuesto.
Es un Ejército pequeño que debe apoyar a gobiernos estatales, salvaguardar el territorio, hacer funciones de seguridad pública e implementar los planes de emergencia, como el DN III.
Lo grave es que no tiene respaldo de gobernadores, de los Poderes Ejecutivo, Judicial y Legislativo. Los políticos exigen mucho y hacen poco; son ellos quienes lo desgastan.
Si el Ejército recupera un territorio en manos del narcotráfico, el gobierno lo vuelve a perder; si captura a un delincuente, lo dejan en libertad. Ése es el desgaste del que habla el general y, si algo faltaba, en el marco de los 100 años de la industria militar, el Ejecutivo repite un discurso trillado. Elogia a las Fuerzas Armadas, pero los soldados y marinos ya no quieren escuchar palabras huecas, sino ver acciones a su favor.
El Ejército no necesita un ombudsman, los derechos de los militares están garantizados, aseguró el general José Carlos Beltrán, director de DH de la SDN, a propósito de una iniciativa de Isabel Miranda de Wallace.
Espeluznante relato de un militar que sobrevivió a la emboscada en Sinaloa, donde murieron cinco soldados y diez más resultaron heridos. Inteligencia del Ejército hace una labor efectiva para dar con los responsables del atentado.
Como jefe del INM, de la CNS y del Cisen, el secretario de Gobernación sabe por dónde se mueve la tríada malévola de exgobernadores encabezada por Javier Duarte. Osorio Chong no dirá nada para no entorpecer la investigación.
La fuga de Duarte es equiparable a la de El Chapo Guzmán, no por espectacular, sino por la red de complicidades. Nadie cree que el Cisen, inteligencia de la PF y la PGR hayan perdido el elemento básico de vigilarlo, aun cuando no hubiera orden de aprehensión.
¿Dejarán escapar a Roberto Borge y a César Duarte? Ellos ya no gozan de fuero, por si es el pretexto.
El asesinato del juez Antonio Bermúdez reabrió el debate sobre los jueces sin rostro. El tema ha estado sobre la mesa de la SCJN desde hace más de una década. Quien lo asesinó fue alguien que quiere que El Chapo ya no opere en México.
El EZLN propondrá para el 2018 a una candidata independiente. Suena a broma. ¿Qué ha logrado Marcos o Galeano, después de incurrir de manera violenta el 1 de enero de 1994? Nada. Incluso, en aquella fecha perdió en menos de 48 horas los territorios ocupados ante el general Miguel Ángel Godínez Bravo.
La Ciudad y el Valle de México viven una sicosis por la inseguridad. No dicen nada Mancera ni Eruviel Ávila, sólo se sabe que solicitaron la presencia del Ejército.
Atinadamente el comisionado Nacional de Seguridad, Renato Sales, dijo que para tener una policía de calidad se deben revisar y respetar sus derechos constitucionales. Limitarlos la hacen muy vulnerable en todos los sentidos.
Ante este clima de inseguridad que se vive en el país, el Presidente y su familia se sienten seguros gracias a la capacidad del general Roberto Miranda, jefe del EMP.
De imaginaria. El próximo martes 25, familiares, amigos militares y civiles rendirán un homenaje al general Miguel Ángel Godínez por su primer aniversario luctuoso.
