Por: Gilberto Avilez Tax
Desde ayer comenzó la guerra intra tribal. Primero fue un enfrentamiento entre dos, luego vino otro con galones de no sé qué, y lo supo el jefe de la banda de los montoneros, y ahora hay un linchamiento en redes al que les llamó mesalinas, suripantas, golfas, etc.
Se está remasterizando la guerra borgista contra el primero. Se utilizan fotos sacadas de contexto y le escupen su condición étnica.
¿Que los mayas de la Península no pueden comer más que atole, tortillas, frijoles y chile? Eso es lo que piensan tantos. ¿Que es creación de Borge? Eso es desconocer y minusvalorar su activismo más allá del resguardo barato de las palabras bonitas y correctas. Eso es demostrar un racismo alimentario, en lo primero; y en lo segundo es decir que solo los “exquisitos” de la palabra, los doctrineros de la gramática, tienen el derecho de piso para escribir lo que se les plazca. Ahora, yendo en contra de los dictámenes de la Suprema Corte, que defenestró la Ley Borge que ellos mismos aplaudieron o cedieron en 2015, le dicen al amigo que les llamó mesalinas, suripantas, golfas, zorras, güilas, que, efectivamente, él no es periodista, pues no conoce el oficio y menos la ética y tampoco la sintaxis precisa. ¿Hablan de la ética, hablan de la ética como sistema filosófico estas gentes a quienes menos les ha importado la ética? Las palabras comienzan a ser deslavadas y pierden su significado en estos tiempos de canallas sin memoria.
Lo cierto es que la remasterización de la guerra borgista contra el primero, es un síntoma de que el gobierno joaquinista no ha podido, o todavía no ha intentado poner al Estado de derecho, a las reglas democráticas, por encima de todo y contra todos, en este asunto tan delicado como es el de remover los viejos usos y costumbres del priato moridor. Somos una sociedad que sigue entrampada en el autoritarismo más cerril, e imagínate cómo está la cosa de la discriminación. Los censores del estado -Derechos Humanos estatal- esperemos que ponga orden y amoneste tanto a tirios como a los troyanos. La guerra de desprestigio y de guerras por la verdad particular convertida en verdad absoluta, no pueden seguir.
Y se extraña que los portavoces y defensores del estado de cosas, sea un extranjero escupiendo contra un maya. No es cuestión de etnias, tampoco de “coletos”, es cuestión de dignidad, de respeto, pero igual tenemos que poner las bases para el diálogo por encima de nuestras vivas y frontales diferencias.
Lo que dije: se valen de cuentas falsas para tirar su veneno; otros utilizan el lenguaje de carretonero: cuando se les contesta en el mismo tono, se asustan y se vuelven pontificales de la palabra.
El gallinero de los chismosos de profesión está alborotado: lo bueno que utilizan sus lenguas viperinas y su metralla palabrera, pero yo mejor les digo: “miren, tengo un amigo que es dueño de un ring de luchas libres, mejor que se agarren del chongo, saquen su pinche coraje de “tú me dices y yo te digo”, y sanseacabó.
Desde luego que la prensa en Quintana Roo fue la excrecencia de la pudridera política en tiempos del borgismo. Desde luego que se necesita hacer la crítica y la autocrítica. Desde luego que se gastó más en alimentar y dar la gran vida a los gurús, pontífices y mistagogos de la Ciudad de los Curvatos, que en proyectar programas sociales a la zona maya.
Pero aun así, no se le perdona al “bocón” que pueda comer en restaurantes de lujo. Eso es inaudito, eso es abominable.