La prensa y en especial los columnistas deberán cambiar estructuralmente e iniciar en una limpieza interna, recomendó este viernes el diario Los Angeles Times.
“Los columnistas de periódicos se han convertido en jueces de la Corte Suprema, disfrutando de una vida virtual. Es hora de una limpieza minuciosa de la casa”, recomendó el articulo firmado por Michael Massing.
Massing es colaborador frecuente de The New York Review of Books y autor de “Now They Tell Us: The American Press e Irak”.
En este advirtió que desde 2003 se han presentado tres colapsos informativos y fracasos institucionales en el periodismo estadounidense que sugiere la existencia de profundos problemas estructurales, que aseguran más de lo mismo.
De esos problemas, dos se destacan. Una es la mentalidad. Para una profesión que se enorgullece de su independencia, los periodistas son un grupo notablemente conformista, reacios a alejarse demasiado de lo que sus compañeros están diciendo.
En los meses previos a la invasión de Irak, se congelaron las voces disidentes. Durante el boom de Wall Street, aclamaron a banqueros y titanes de la industria. Durante la reciente campaña presidencial, se convirtieron en una gran cámara de eco anti-Trump, apuntó.
La mentalidad del paquete es más evidente en las páginas editoriales y editoriales de la nación.
Al leerlos durante la campaña, sorprendió su casi unánime condena de Trump y su hostilidad hacia sus partidarios.
En el New York Times, no era raro encontrar dos o tres piezas el mismo día denunciándolo por su intolerancia e ignorancia.
Los columnistas del diario The Washington Post, aunque más ideológicamente diversos que los del Times, no eran menos uniformes, con conservadores como Jennifer Rubin y George Will a veces superando a sus pares liberales.
Lo que lleva al segundo problema fundamental: el elitismo. En los días transcurridos desde la elección, la insularidad de los medios de comunicación nacionales ha recibido mucha atención, con los periodistas que vienen a confesar su falta de tacto.
Fareed Zakaria, quien dijo en la cadena CNN que estaba tan sorprendido por el tamaño de la votación de la clase trabajadora rural, decidió “hablar con mis amigos que trabajan en ese mundo”.
Se enteró de que “la revolución post-industrial” ha dejado a muchos atrás. En cuanto a los números de empleo, encontró que mientras que 8.5 millones de graduados universitarios han obtenido puestos de trabajo desde 2008, sólo 80 mil con diplomas de escuela secundaria. Esta fue una noticia impresionante para él.
Lo que más impactó en estos segmentos de mea culpa fue cuántos miembros destacados de la élite entrevistaron a otros miembros de la elite sobre el estado de ánimo en la América media, anotó.
Michael Moore, quien en julio predijo una victoria Trump ha propuesto una solución más radical: “Fuego a todos los expertos, predictores, encuestadores y cualquier otra persona en los medios de comunicación que tenían una narrativa cerrada y se negó a escuchar o reconocer lo que realmente estaba pasando.
Es hora de que las organizaciones de noticias nacionales sean responsables por sus propias actuaciones de calidad inferior. Un buen lugar para empezar sería con los expertos, sugirió.
Sin embargo los mea culpas están desapareciendo y el ataque que los periodistas lanzaron el martes cuando Trump dejó el grupo de prensa para cenar en el Club 21 muestra un nivel preocupante de autoabsorción.
Si las lecciones de este fiasco no son aprendidas, no pasará mucho tiempo hasta la siguiente, concluyó. (NTMX)