Ocho años después de llegar a Estados Unidos, el periodista mexicano Emilio Gutiérrez Soto finalmente logró contarle su historia a un juez que decidirá si le concede o no asilo en EE.UU.
Ha sido casi una década en un limbo legal con llamados y aplazamientos.
Años separado de su familia y amigos. Días gastados en jardinería y cocinando para extraños en una casa adoptiva.
Su hijo, quien tenía 15 años cuando llegaron, tiene ahora 23. Emilio, 53.
El 14 de noviembre, Gutiérrez viajó de Nuevo México a El Paso, Texas, a la audiencia de fondo de su solicitud de asilo. En pocas semanas conocerá la decisión del juez.
Gutiérrez, un experiodista de El Diario de Noroeste en el estado de Chihuahua, huyó de México en 2008 después de muchos años de amenazas. Publicaciones como Mother Jones y The New York Times han contado su historia y los sucesos que lo llevaron a tomar la decisión de abandonar su país.
A principios de 2006, la influencia del Ejército Mexicano se extendió a través de todo el país cuando el presidente Felipe Calderón comenzó a enlistar su ejército para enfrentar a los carteles de la droga.
Gutiérrez había cubierto presuntos abusos por parte de miembros del ejército contra civiles, lo que llamó la atención de algunos oficiales. A pesar de que intentó arreglar esta situación, dijo que las amenazas continuaron y su casa fue allanada, reportó Mother Jones. El último hecho fue cuando alguien le dijo que el ejército estaba planeando matarlo.
Después de abandonar el país de manera rápida, cruzó la frontera y se entregó a las autoridades de Estados Unidos esperando que le dieran asilo. Fue enviado a un centro de detención donde pasó más de siete meses. Su hijo estuvo retenido de manera separada por un periodo más corto de tiempo.
Anteriormente le había dicho al Centro Knight que durante su primera audiencia, en enero de 2011, la fiscal “rechazó muchas pruebas que presentamos”. Insistió que llegó a Estados Unidos para salvar su vida y la de su hijo, y no por papeles.
En México la situación para los periodistas se ha deteriorado gravemente.
Reporteros Sin Fronteras dijo que México “sigue siendo el país más mortífero de América Latina para los medios de comunicación”. Once periodistas han sido asesinados este año, y otro más fue arrollado por un carro de la policía. La impunidad en los crímenes contra periodistas es la norma, haciendo peor la situación para los periodistas independientes.
Ver las cosas que le suceden a los periodistas que trabajan y viven en México es muy doloroso para Gutiérrez.
“Cada compañero que muere, cada compañero que está desaparecido es un reflejo de lo que pude haber experimentado. Mi desaparición, mi asesinato, es algo que yo pude haber experimentado. Me duele mucho”, le dijo recientemente Gutiérrez al Centro Knight antes de su audiencia del 14 de noviembre.
Dijo que siente dolor por las familias de sus colegas que fueron asesinados por hacer su trabajo.
Los periodistas, dijo, “simplemente nos topamos con [una] pared, nos topamos con la ausencia de ideas, con la ausencia de solidaridad, con ausencia de autoridades con ética, de autoridades con un mínimo de querencia por hacer cumplir lo más elemental que es el respeto a la vida”.
Su vida en Estados Unidos ha sido “muy difícil”, dijo.
“Me gusta mucho la jardinería, pero la practicaba en mi casa. La hacía con mucho amor en mi casa. Yo nunca pensé que la jardinería la tendría que venir a hacer para otras personas en Estados Unidos”, explicó Gutiérrez. “Me gusta mucho cocinar. Yo nunca pensé que tendría que venir a cocinar a Estados Unidos buscando sobrevivir. Nunca pensé que iba a tener un estado de salud malo y aquí lo tengo. Nunca pensé que fuera a ser un extraño en algún lugar, y aquí soy un extraño”.
Extraña su trabajo como periodista, el cual comenzó a ejercer cuando tenía alrededor de 18 años.
“Es mi trabajo. Ha sido mi vida. Fue mi vida. Fue mi vida en México”, dijo Gutiérrez. “Durante 25 años, de eso viví, con ello comí, con ello me formé como persona. Entonces, claro que extraño mi trabajo”.
Lamenta su decisión de llegar a Estados Unidos, explicó. Señaló que ese país tiene una historia de hablar de defender los derechos humanos, pero el caso de México parecer ser una excepción a pesar de su cercanía física y de compartir intereses. México también lleva a Estados Unidos mano de obra barata, cultura y problemas que el país no ha sido capaz de resolver debido a la corrupción y tiene que ver con las políticas que Estados Unidos tiene en ese país, dijo Gutiérrez.
“Es decir, la corrupción que existe en México, tiene mucho, mucho, mucho fondo en lo que EE.UU. determina”, explicó.
Las personas pueden obtener asilo en Estados Unidos si “han sufrido persecución o temen que sufrirán persecución debido a”: raza, religión, nacionalidad, asociación con un grupo social particular o su opinión política.
Linda Rivas, directora ejecutiva del Centro de Defensa de los Inmigrantes Las Américas y la abogada de Gutiérrez, le dijo antes al Centro Knight que conoce un solo periodista de México que ha recibido asilo en El Paso.
Respecto a todos los casos de asilo, no solo los que se relacionan con periodistas, los jueces de El Paso tienen una de las “tasas de concesión” – el porcentaje de casos en los que la petición de asilo es aprobada – más bajas del país. Para los tres jueces en la corte de El Paso, las tasas de aprobación para los años fiscales de 2009 a 2014 fueron del 1 por ciento, 4,1 por ciento y 7,7 por ciento, según TRAC Immigration.
El hecho de conseguir una cita para una audiencia es una hazaña por sí solo. A septiembre de 2016, había un atraso de 516.031 casos pendientes en las cortes de inmigración de Estados Unidos. Texas, justo detrás de California, tiene el segundo número de casos pendientes con 91.865, según TRAC.
Gutiérrez dijo que los mexicanos continuarán llegando a Estados Unidos en busca de asilo político porque es la única opción de sobrevivir.
“México no nos brinda a ningún mexicano en ese territorio […] no nos brinda un mínimo de seguridad”, dijo Gutiérrez. “Por el contrario. Todos los mexicanos, malos o buenos, estamos expuestos a ser ignorados por un Gobierno criminal. Por un Gobierno que está en negocio con los criminales. Los criminales que ellos mismos señalan, que tienen en sus listas, en sus informes. Si alguien conoce quiénes son los criminales, es el gobierno”.
La Alianza es un grupo con sede en Nuevo México de entre 10 a 15 miembros que se creó en 2011 para apoyar a Gutiérrez. En agosto, comenzaron una campaña de recolección de fondos para ayudar al periodista con su audiencia y su negocio que consiste en un camión de comida. A la fecha ha recogido US 7.300 dólares.
La organizadora de la campaña Jackie Wyer dijo previamente que los miembros del grupo están confiados en que la audiencia de asilo tendrá un buen resultado. Ella describió a Gutiérrez como una persona “centrada” y “humilde” que ha “soportado los altibajos de esto muy gentilmente”.
Gutiérrez dijo que el grupo ha ayudado a su familia incondicionalmente y con solidaridad.
Cuando se le pregunta que pasaría si regresara a México, Gutiérrez es firme: “No, no, no, no, no. Yo no voy a regresar a México […] Yo no voy a regresar a México, nunca”.
Tal vez se vaya a “Andorra”, o “a cualquier parte del mundo. Pero a México, nunca”.
Quiere regresar a su país, vivir allá con su familia, pero no puede, dijo. “Desde el máximo poder en México son criminales, entonces no puedo regresar a México. Es un suicidio”.
Sobre su audiencia, Gutiérrez dijo que está preparado para ambos resultados, pero es optimista en que obtendrá un resultado positivo, especialmente si se considera la actual situación de los periodistas en México. Está confiado en su caso.
“Yo siempre he tenido esperanza”, dijo.