Los minutos entre las 19:00 y las 02:00 horad no son tan importantes quizás en ningún lugar del mundo como lo son en San Francisco Tláloc. En este pueblo de 250 familias ubicado en el parte centro oesete del estado de Puebla, el sonido de los motores de camionetas y camiones sobre la carretera anuncian a sus habitantes que miles y miles de litros de combustible serán extraídos de los ductos de Pemex que vienen desde Veracruz y van hasta la Ciudad de México, para ser depositados en bidones que se ofrecerán en el mercado negro.
«De unos tres años a la fecha aumentó el movimiento de camionetas y camiones en el pueblo con contenedores, los veíamos estacionados en el camino para ordeñar los ductos o saliendo de las brechas ya cargadas de gasolina», comenta Luis, vecino de San Francisco Tláloc.
En esta comunidad es una de las juntas auxiliares del municipio de San Matías Tlalancaleca. Sólo hay una carretera para ingresar calles a sus amplias, porque el pueblo esta rodeado de tierras de cultivo, vegetación endémica y una pequeña formación montañosa que colinda con el estado de Tlaxcala.
Juan era hasta hace ocho meses un poblador más de la comunidad hasta que, junto con otros 60 habitantes, se armó de valor y coraje para enfrentar a la banda local que se dedica al robo de combustible y amenazaba la tranquilidad de San Francisco Tláloc.
Camina lento esta mañana de enero por la calle que lleva a la Iglesia de San Francisco de Asís, el inmuebles tiene una gran cúpula en obra negra y es el único en el pueblo.
Se mueve con soltura, la playera azul marino delgada de manga larga, los pantalones de mezclilla y los tenis le permiten a Juan avanzar a grandes zancadas o correr si fuera necesario.
Cubriendo sus ojos del sol con la mano, cuenta todo lo que ha padecido la comunidad en el último año, desde que el negocio del combustible clandestino llegó para quedarse.
“Nosotros no molestabamos a los chupaductos, nos importa un cacahuete si se roban la gasolina porque ese es un problema de Pemex, pero los chupaductos se metieron con el pueblo, con nuestras familias», explica Juan.
La Silla Rota realizó una investigación en el denominado Triángulo Rojo que compone los municipios Esperanza, Palmar de Bravo, Quecholac, Tecamachalco, Acatzingo, Tepeaca, Acajete, Amozoc, Cuautlancingo, San Miguel Xoxtla, Huejotzingo, San Martín Texmelucan, San Matías Tlalancaleca, San Salvador el Verde y Domingo Arenas en Puebla.
La zona es considerada uno de los tres puntos donde mas se roba combustible en el país.
Puebla ocupa el tercer lugar nacional en el delito de robo de combustible. En la zona por la que atraviesan los ductos de Pemex provenientes de la refinería de Veracruz a la Ciudad de México la delincuencia organizada formó la “Franja del Huachicol”, un perímetro de ordeña clandestina de combustible en distintos municipios.
En San Francisco Tláloc existe una guardia comunitaria contra los chupaductos formada en mayo de 2016, que tiene bien claro cómo funciona el saqueo de este bien de la nación. También el alcalde, los regidores y la policía municipal.
En entrevistas por separado las fuentes confirman el modus operandi de la banda principal, liderada por una mujer a la que llaman La Negra, quien se codea lo mismo con policías municipales –muchos de los cuales ya han sido dados de baja- que con soldados y agentes federales.
Es una hora al día, a veces hasta dos, la que los delincuentes tienen para extraer hasta cuatro mil litros de combustible.
Personal especializado de Pemex es reclutado por el cártel para sustraer combustible de los ductos, “no cualquiera sabe picarle a un ducto”, señala el guardia comunutario.
«Alguna gente de Pemex ayuda a los chupaductos, ellos son los tiene los horarios y las zonas por las que no fluirá el combustible, tienen la capacidad técnica para perforar el ducto y conectar la toma clandestina de manera segura», explica Juan, quien forma parte de la guardia comunitaria.
Para las tomas clandestinas utilizan válvulas de alta presión o de cerrado rápido, llaves de paso conectadas a mangueras de 1 a 2 pulgadas de diámetro.
El cártel perfora un ducto en San Martín Tlalancaleca y le entrega la administración a La Negra, ella se organiza con los chupaductos, también conocidos como huachicoleros, para establecer las horas de la ordeña y las rutas para salir del municipio con el combustible robado.
La Negra y su hermano El Salinas, quienes les permiten sustraer diésel de una toma clandestina a 2 pesos el litro para que lo puedan revender de a 5 a 7 pesos el litro de combustible.
“La Negra”, la líder del huachicol
Los rieles de tren, las bicicletas y los tanques de gas fueron los primeros artículos que comenzó a robar La Negra en San Francisco Tláloc, agrega Carlos, integrante de la guardia comunitaria que enfrentó a los huachicoleros.
“Del robo común La Negra pasó a la delincuencia organizada. Se hizo novia de un hombre que venía de Veracruz, que ya sabía de la ordeña de ductos de Pemex, así se inició en el robo de gasolina”, explica Carlos, también integrante de la guardia comunitaria y quien se cubre la boca con la mano como para evitar que vean que hizo el señalamiento.
«Ella (La Negra) llega ofreciendo dinero o mujeres a los funcionarios y soldados, si no aceptan, los amenaza”, cuenta Juan, vecino e integrante de la guardia comunitaria de San Francisco Tláloc, una de las juntas auxiliares del municipio.
La Negra, joven de silueta seductora que acentúa con ropa entallada, de piel morena y cabello rojizo decidió sumarle a la “plata o plomo”, besos y caricias de mujer, lo que le ha redituado en favores y complicidad.
El guardia comunitario afirma que los militares le aceptan todo a La Negra y que por eso no detienen la ordeña de ductos de Pemex.
“Les da $6 mil pesos a los militares para que vayan a dar una vuelta a otro lado y así su gente pueda seguir robando diesel por una o dos horas”, comenta Juan.
“Como los soldados están de paso agarran lo que les da La Negra, dinero y mujeres, no vigilan, siguen los chupaductos, luego cambian a los soldados, así se van con dinero y bien cogidos los cabrones”, afirma Juan.
Un funcionario del gobierno de San Martín Tlalancaleca, que pidió el anonimato por cuestiones de seguridad, narra que la gente de “La Negra” le ofreció $50 mil pesos semanales a cambio de “dejarla trabajar en paz”.
Tiene a sus operadores de sobornos, ella nunca hace las ofertas directamente, así en caso de una denuncia penal, su nombre y alias no aparecerán.
“Mandó a unos tipos a verme y proponerme una cuota semanal para que los policías municipales no les digan nada ni detengan huachicoleros”, explica.
La pareja de La Negra tenía contactos con un cártel del narcotráfico con presencia en Veracruz y que también dedicado al robo de combustible, platica Carlos, el guardia comunutario.
Ese hombre sabía que por San Martín Tlalancaleca pasaban los ductos de Pemex, y con los conocimientos de La Negra de los caminos y las brechas, ambos integraron una alianza perfecta para la ordeña de combustible.
Cuenta que “de un día para otro comenzaron a circular camionetas con contenedores llenos de gasolina por la madrugada, después fue por la mañana y ya en un descaro total a cualquier hora, comenzaron a circular automóviles y camionetas de lujo que no se veían por aquí, y todo fue a partir de que La Negra se hizo novia de señor de Veracruz”, relata.
Él murió en un accidente, por lo que La Negra y su hermano “El Salinas” heredaron el negocio de chupar ductos.
La Negra tiene entregarle un millón de pesos mensuales al cártel por la toma clandestina, por lo que ella pacta el precio del combustible con los huachicoleros para juntarles el dinero. Lo que junte después de millón de pesos es la ganancia de ella y su gente.
Dos pesos por litro de diésel es el precio que da La Negra a los chupaductos, mientras que en las gasolineras se vende a 17 pesos, señalaron vecinos, guardias comunitarios y autoridades municipales consultados por La Silla Rota.
Los huachicoleros la contactan y le informa cuantos contenedores de mil litros o cuantos bidones quieren llenar del diésel robado.
A San Matías Tlalancaleca llegan huachicoleros de municipios como Tlahuapan, San Salvador el Verde, Huejotzingo, Palmar de Bravo, San Martín Texmelucan, y del estado de Tlaxcala.
Los chupaductos revenden el diésel a un precio de 5 a 7 pesos en carreteras, incluso a empresas de transporte que compran grandes volúmenes para sus flotillas.
“Algunas empresas compran el diésel robado, así se ahorran más de la mitad del precio que en una gasolinera donde cuesta 17 pesos”, explica el funcionario San Matías Tlalancaleca.
Daniel, guardia comunitario, agrega que los huachicoleros ya manejan volúmenes importantes de combustibles y buscan maneras de almacenarlo mientras consiguen compradores, “quisieron contratar a uno de mis tíos para hacer una cisterna dentro de una habitación en una casa de Texmelucan, con muros reforzados para evitar escurrimientos de diésel”.
Se queja de la falta de acción de las autoridades para detener este ilícito, “a la fiscalía le hemos dado nombres y direcciones, pero no sabemos de alguna orden de aprehensión en contra de los huachicoleros”.
Sin hostigamiento ni acoso ministerial, La Negra mantiene su imperio de robo de combustible.
Guardia comunitaria
“Que instalen una base militar, y si no fuese así, les pido que nos unamos todo el pueblo, pero a la chingada los pinches delincuentes (los huachicoleros)”, propuso Oscar Anguiano Martínez, presidente municipal de San Martín Tlalancaleca, en una reunión ante los reclamos de seguridad que le hacían los vecinos de San Francisco Tláloc en mayo de 2016.
Unas horas antes elementos de la Policía Federal persiguieron una camioneta de chupaductos, estos últimos dispararon contra los uniformados en las calles del pueblo.
El riesgo de que algún un niño o mujer resultaran heridos por las balas encendió la rabia popular, vecinos buscaron al presidente municipal para que garantizara la paz y la tranquilidad de la comunidad.
En una reunión afuera de la junta auxiliar de San Francisco Tláloc, el presidente municipal hizo un llamado a presionar al gobierno federal y estatal, “si hoy no se monta un operativo, les invito a que tomemos la presidencia municipal, no me interesa, que se tome la autopista federal, pero todos unidos. Y aquí al pendejo que encuentre que está involucrado (con los huachicoleros) va chingar a su madre”.
Ante los vecinos, Oscar Anguiano Martínez reconoció que había policías municipales coludidos con los huachicoleros, “el pinche dinero ha rebasado los intereses de las personas, y en un momento dado a la policía municipal la voy a cambiar, pero con esos cabrones por desgracia, pasará lo mismo, entra un piche policía, entra otro, la pinche lana”.
En esa reunión comenzó a gestarse la guardia comunitaria y el presidente municipal vio con buenos ojos la organización ciudadana, “cuando nos rebasa el crimen, por desgracia el pueblo tiene que tomar justicia”.
Anunció que respaldaría las decisiones que tomara la comunidad, “vamos a hacer lo que tengamos que hacer, tenía que llegar el momento donde la gente tenía que tomar las armas para defender a su familia y hoy lo están haciendo».
La presencia de los huachicoleros se había incrementado en San Francisco Tláloc desde enero de 2016, los vecinos advertían a los policías pero no les hacían caso.
San Martín Tlalancaleca tiene salida a la autopista México-Puebla para llegar al sur a San Salvador el Verde y San Martín Texmelucan, al norte Tlahuapan y Domingo Arenas en Puebla, además colinda al oeste con el municipio de San Antonio Atotonilco de Tlaxcala, por lo que en caso de una persecución policiaca los huachicoleros tienen opciones para emprender la huida.
“Hubo patrullas escoltando, y ellos mismos negociando con los huachicoleros, por eso fue que nació ese resentimiento y coraje hacia la policía municipal”, explica David, integrante de la guardia comunitaria, mientras camina por las calles de la comunidad para evitar que los “halcones” de los chupaductos se den cuenta que da una entrevista.
La ordeña de ductos comenzó de manera esporádica y discreta en San Matías Tlalancaleca, se hacía en la madrugada, a las 2 o 3 de la mañana.
Las excentricidades de los huachicoleros, como manejar un Mustang GT en una comunidad dedicada al campo y el comercio, llamaron la atención de niños que abandonaron la secundaria para integrase como “halcones”, es decir, vigilantes al servicio de la delincuencia.
De circular únicamente en las madrugadas, aumentaron las camionetas con combustible robado, dejaron de utilizar a San Francisco Tláloc como cruce a la carretera para usarlo también de escudo y escondite.
Los huachicoleros dejaban las camionetas estacionadas frente a los domicilios cargadas de gasolina, a veces tenían derrames y las abandonaban. En al menos dos ocasiones los vecinos evacuaron San Francisco Tláloc ante el temor de una explosión o incendio de grandes dimensiones por el combustible derramado en las calles.
“Hasta que vimos que de plano las autoridades no hacían nada por nuestra seguridad se decidió hacerlo por nuestra propia cuenta, se decidió unirse poner un acto definitivo esto”, comenta David mientras enciende un cigarro sin filtro.
Recuerda que la persecución de la Policía Federal a los huachicoleros fue el detonante de la organización de la guardia comunitaria.
“Desde ese momento se decidió cuidar el pueblo, cuidarnos los unos a los otros, eso fue lo que llamó la atención de las autoridades del gobierno estatal, porque a partir de ese momento se decidió formar la guardia comunitaria, invitar a todo el que quisiera, al que le importara su pueblo, que es el hogar de los que aquí vivimos y sus familias a unirse, a forma a una no especie de policía, porque no teníamos uniforme ni nada, pero si a defender la tranquilidad y seguridad del pueblo y sus habitantes, ahí es como se forma la guardia comunitaria”, explica David y vuelve a colocar el cigarro en la boca.
Los vecinos reunieron los rifles de cacería de conejos, machetes, palos, palas y picos para integrarlo como armamentos, y buscaron camionetas para poder realizar los patrullajes.
El punto de reunión fue el edificio de la presidencia auxiliar de San Francisco Tláloc, “teníamos una patrullita, una Nissan, pero no cabían, y no soportaba el peso, entonces lo que se hizo fue solicitar una patrulla grande al municipio, exigirle al presidente, ese mismo día la proporcionó a la guardia comunitaria”.
“Se salía a patrullar hasta la madrugada pues, cuando ya se veía que todo estuviera tranquilo, que se viera que no había nadie en riesgo en la calle, era como ya se repartían en sus casa, y al día siguiente lo mismo, y así fue turnándose, porque finalmente somos gente civil que tiene que trabajar de manera honesta para hacer llegar el sustento en los hogares”, precisa David.
En los primeros días no hubo presencia de huachicoleros, pero tres días después iniciaron las amenazas para que desistieran de vigilar las calles y permitirles el paso.
“Empezaros a llegarnos las amenazas, que iban a venir por nosotros, por nuestras familias, a nuestras casa, infinidad de amenazas, pero pasados unos días los muchachos estuvieron más tranquillos, sabían que esta es nuestra casa, nuestro hogar, si nosotros nos debilitados, nos dividimos, qué va a pasar, al contrario debemos de reforzar la seguridad y hacerles llegar a esos tipos que directamente y contra ellos, no es nada personal, ellos lo hicieron personal contra nosotros”.
Los vecinos de San Francisco Tláloc tienen claro que no defienden el combustible de Pemex, si no la tranquilidad de las familias del municipio.
“De las veces que ellos estuvieron allá (en el cerro) sacando combustible, nunca se les fue a declarar la guerra, pero ellos si no la vinieron a declarar al meterse con la seguridad de la población, pues aumentaron las amenazas hasta que definitivamente nos vinieron a balacear a la presidencia, a la guardia comunitaria”, asegura.
El 30 de mayo de 2016 “algunos (huachicoleros) vinieron en el momento en que las patrullas llegaron con la guardia comunitaria de hacer el rondín, llegaron repentinamente, sacaron las armas y pum, pum, pum, dispararon a quema ropa, de puro milagro no hubo lesionados”.
“Los muchachos sacaron las escopetas y repelieron la agresión, entonces fue cuando los persiguieron y atraparon a dos de ellos, los trajeron a la presidencia, y ya estaba reunida la gente y quería lincharlos”, relata David.
El ataque de los huachicoleros directamente contra la guardia comunitaria molestó a un grupo de habitantes, quienes optaron por quemar las 16 camionetas que los chupaductos dejaron en las calles.
Cristian, vecino de San Francisco Tláloc, aclara que se les prendió fuego a las camionetas por una razón estratégica, “se incendiaron porque de que sirve de que se las lleven si después los del gobierno se las regresan, mejor así que se las llevaran inservibles”.
La guardia comunitaria definió que no era una afrenta con los huachicoleros por el robo de combustible, si no por la seguridad de las familias, que Pemex, el Ejército y la Policía Federal son los responsables de detener la ordeña.
El acuerdo fue no dejar pasar a los huachicoleros por San Francisco Tláloc y no enfrentarlos, pero si hay una agresión se defenderían. Impedir el cruce por el pueblo provocó la disminución del robo de combustible en el municipio.
De julio a diciembre de 2016, los vecinos de San Francisco Tláloc y con apoyo de la policía local han asegurado 40 vehículos de carga en los que se trasladaban contenedores con unos 150 mil litros de diésel robado a la empresa paraestatal.
La guardia comunitaria ya no patrulla las calles, pero si vigilan, están atentos y comunicados, alertan a las autoridades, los ciudadanos que pueden hacerlo, llevan a su trabajo las armas para que en caso de ser necesario reaccionar de inmediato para defender el pueblo.
“Siempre hemos dicho que es un tema federal, nosotros no estamos encargados de cuidar los ductos pero sí para brindarle la seguridad a la ciudadanía”, expone en entrevista Adrian Flores, regidor de San Francisco Tlalancaleca.
“Al principio tuvo que impedirse el paso por el municipio, si bien es cierto que no cuidamos los ductos, teníamos que cuidar que ya no se creara tanta inseguridad o tanto vandalismo en las calles, lo que ocasionaba la inconformidad de la gente”, señala.
El regidor reitera que no es un combate frontal a los huachicoleros, ya que es de competencia federal, si no sólo impedirles el paso y que si aseguran una camioneta con combustible es puesta a disposición de las autoridades estatales y federal.
“No dejar pasar gente armada, delincuencia organizada, no es una declaración de guerra porque finalmente no es nuestra competencia cuidar los ductos, pero es una demanda de la cuidar a la ciudadanía”, explica.
“Las autoridades ya tienen nombres y es competencia de ellos, con santo y seña y dónde viven, esos nombres ya existen en investigaciones que está haciendo la autoridad y ya no es nuestra competencia, hay bastantes personajes que se dedican a esto”, afirma Adrian Flores.
Con organización y valor, los vecinos de San Francisco Tláloc formaron la guardia comunitaria para expulsar a los huchicoleros, y brindarse la seguridad que las autoridades constituidas no pueden garantizarles.
De acuerdo a cifras de la paraestatal, en los primeros seis meses del año pasado en la entidad se identificaron 601 tomas clandestinas, lo que representa casi tres tomas diarias detectadas, una cada ocho horas.
En entrevista con La Silla Rota, Cristina Ortiz vocera de la Fiscalía de Puebla aclara que el robo de combustible es un delito federal y que la dependencia estatal sólo actúa si existe flagrancia, que los detenidos y las automotores asegurados son remitidas a la delegación estatal Procuraduría General de la República.
La Secretaría de Seguridad Pública de Puebla entre el 2015 y el 2016 recuperó un millón 71 mil litros de combustible robado en la entidad, que equivale a 44 mil 625 litro al mes.
En los dos últimos años el combustibles en promedio se vendió a 15 pesos en gasolineras, por lo que las autoridades habrían decomisado gasolina y diésel por un monto de 16 millones 065 mil pesos.
“Se han asegurado 469 vehículos y se han puesto a disposición a 144 presuntos delincuentes”, revela la vocera de la Fiscalía de Puebla.
En promedio en cada vehículo asegurado se confiscaron mil 465 litros de combustible diarios en los dos últimos años.
La Silla Rota solicitó a la Secretaría de la Defensa Nacional para conocer su postura respecto a los señalamientos de los pobladores de San Francisco Tláloc de que algunos soldados recibían dinero de la La Negra y los huachicoleros para permitirles la extracción de combustible de las tomas clandestinas,y al cierre de este reportaje respondieron que “seguía en trámite”.
Policía Federal, Seguridad Física de Pemex y el Ejército no han podido contener el robo de combustible, delito que podría crecer a partir del alza en los precios de la gasolina y el diésel, los pobladores de San Francisco Tláloc dan una muestra de que si se puede combatir a los huachicoleros en Puebla. (La Silla Rota)