«Estamos listos para poner nuestros cuerpos entre los sioux y las fuerzas militares privadas», afirma al periódico ‘The Guardian’ Elizabeth Williams, una agente de las Fuerzas Armadas de EE.UU. que ha llegado este viernes a la Reserva India Standing Rock junto con un grupo de voluntarios con experiencia militar para servir de barrera humana entre los activistas sioux y varios elementos del orden público desplazados para dispersarlos.
«Sentimos la responsabilidad de utilizar las habilidades que tenemos», añade Williams, que forma parte de un número cada vez más grande de estadounidenses experimentados en el campo militar que llegan a la localidad de Cannon Ball, ubicada en el estado de Dakota del Norte o ya se encuentran allí tras el reinicio de las obras de construcción del polémico oleoducto Dakota Access, autorizado por el presidente Donald Trump.
«No venimos como combatientes sino como protectores«, afirmó al mismo medio Jake Pogue, un voluntario. Otros también destacan su disposición para desempeñar el papel de agentes de la paz en las manifestaciones que se realizan en Standing Rock.
Distintos participantes de estas actividades voluntarias aseguran que para los veteranos de las guerras en Vietnam y Oriente Medio es una especie de «sanación» prestar su ayuda a los sioux o se refieren a la lamentable historia de la tribu, aseverando que «por fin» hay militares estadounidenses que llegan al territorio de los sioux para ayudarlos en vez de matar a los indígenas.
Dakota Access, un proyecto de 3.800 millones de dólares, pretende llevar diariamente medio millón de barriles de petróleo desde yacimientos de Dakota del Norte hasta una infraestructura ya existente en el estado de Illinois. Los opositores a la iniciativa afirman que la tubería puede dañar lugares de gran relevancia cultural para la tribu siux en la reserva Standing Rock, al mismo tiempo que representa un gran peligro ambiental al tener previsto que cruce el río Misuri. (RT)