«No lo hice para probar nada»: Charles Feeney, el magnate que donó en secreto US$8.000 millones y se quedó (casi) sin nada

La fortuna que convirtió a Charles Feeney en uno de los hombres más ricos de Estados Unidos acaba de ser repartida a otros, y si le preguntas a él por qué quiso donarla de forma secreta, su respuesta te sorprenderá.

«Porque no tienes que explicar a la gente por qué lo estás haciendo», contesta Feeney, de 85 años, en una poco común entrevista telefónica que le concedió a BBC Mundo.

El monto total que este irlandés-estadounidense cedió a otros alrededor del mundo suma US$8.000 millones, con fines que van desde la salud pública hasta planes de paz.

Además hubo US$1.000 millones usados en costos operativos de Atlantic Philanthropies, un grupo de entidades que el propio Feeney creó anónimamente en 1982 para canalizar sus donaciones, explica su presidente, Christopher Oechsli.

El último dinero donado por Atlantic fueron US$7 millones, a fin del año pasado, destinados a ayudar a estudiantes de la Universidad Cornell que realizan tareas comunitarias.

Con eso Feeney terminó de distribuir la gran riqueza que amasó como cofundador de una empresa pionera de duty-free, vendiendo desde perfumes hasta licores y cigarros en aeropuertos.

Ahora le queda apenas una migaja de lo que tuvo. Alquila un apartamento modesto en San Francisco. No tiene propiedades. Tampoco bienes lujosos. Ni siquiera un auto, aclara Oechsli.

Todo lo que guardó, asegura, son «unos pocos millones» (menos de 10) para cubrir los costos de vida y atención médica que él y su esposa, Helga, tendrán hasta morir.

Y Feeney, que ha sido señalado como una especie de antítesis del presidente estadounidense Donald Trump, está lejos de mostrar arrepentimientos.

«Vivir y disfrutar la vida de la manera en que ahora vivo está bien», sostiene. «Estoy feliz con eso, mi esposa está feliz».

«El James Bond de la filantropía»

Es difícil medir la generosidad de la gente, pero si se trata de contrastar lo que se da con lo que uno tiene, Feeney bien podría estar entre las personas de mayor desprendimiento que existan.

Si bien otros multimillonarios han donado en vida más dinero que él, Feeney es por lejos el filántropo estadounidense que ha cedido la mayor parte de su fortuna estando estando vivo.

Por ejemplo, George Soros ha dado en vida el 49% (US$12.100 millones) de su actual riqueza y Bill y Melinda Gates han donado 41% (US$32.910 millones) de lo que tienen, indicó la revista Forbes en octubre.

Pero lo que ha cedido Feeney equivale a un 373.000% de lo que posee actualmente, indicó la publicación, que lo puso a la cabeza de una lista de donantes generosos entre estadounidenses que integran —o han integrado, como él— el ranking de 400 más ricos del país.

La misma revista lo definió en un artículo anterior como «el James Bond de la filantropía«, por la forma en que recorrió el mundo durante más de tres décadas con la misión de repartir clandestinamente sus millones.

Feeney sostiene que no hubo un episodio en particular que lo decidiera a deshacerse de su fortuna, sino un proceso personal que incluyó lecturas sobre filantropía y reflexiones personales.

«Consideré las alternativas que tenía en mi vida y pensé que lo mejor que puedes hacer es tender la mano, buscar a las personas menos afortunadas», afirma este exmagnate conocido también por el apodo de «Chuck».

Un hogar humilde, una idea valiosa

La de Feeney no era riqueza heredada, sino que él mismo ganó tras nacer y crecer en un hogar humilde de Nueva Jersey, con una madre enfermera hospitalaria y un padre asegurador.

A los 10 años vendía tarjetas de Navidad puerta a puerta, de adolescente se alistó en la Fuerza Aérea de EE.UU. y sirvió en la guerra de Corea con inteligencia de señales.

Luego fue el primer miembro de su familia en recibir educación superior, aprovechando un programa gubernamental para veteranos de guerra y graduándose en Cornell —la universidad de Nueva York que ahora recibió la última donación de Atlantic.

No lo hice para probar nada, excepto que el mundo es con suerte un lugar mejor ahora porque he tomado mi dinero»

Charles Feeney

La idea de fundar la compañía gigante Duty Free Shoppers (DFS) junto con Robert Miller en 1960 se basó en una experiencia de negocios que Feeney tuvo tras recibirse, vendiendo bienes a tropas de EE.UU. en otros países.

Su fortuna comenzó a multiplicarse, hasta que concluyó que él y sus hijos tenían más de lo que precisaban.

Un reloj de 15 dólares

Desde mucho antes de terminar de donar su dinero, Feeney era conocido por su estilo de vida apartado del aura de lujo que transmitía su empresa.

Prefería comer en bares populares antes que en restaurantes caros de Nueva York, viajar en clase económica antes que en primera. Vestía un reloj de US$15 y llevaba en una bolsa de plástico los periódicos que leía ávidamente.

Ahora niega que extrañe algo de sus tiempos de gran fortuna: «No, porque nunca me he apegado a la riqueza material«, explica.

¿Y qué le da placer luego de cumplir su gran objetivo de deshacerse de su fortuna?

«Vivir básicamente como lo hago, sabiendo que a través del trabajo de la fundación hicimos mucho bien a personas que nunca lo esperaban», sostiene. «Eso fue una especie de recompensa«.

Oechsli dice que Feeney siempre ha sido consciente del valor de las cosas, pero nunca un tacaño: en un momento de trabajo intenso, llegó a ofrecerle a él mismo un viaje en el avión supersónico Concorde, para que visitase a su familia en Londres un fin de semana.

Cuenta además que Feeney volcó gran energía y compromiso en sus actividades, tanto de negocios como de filantropía, viajando constantemente por el mundo.

«El anonimato le ayudó a ser un observador y le permitió estar cerca de la gente y los lugares, para verlos por sí mismo», dice.

Mantener en reserva su nombre era una de las condiciones que Atlantic solía poner a quienes recibían su dinero, al contrario de otros casos en que los millonarios buscan reconocimiento mediante la filantropía.

Feeney pasó secretamente todos sus activos a Atlantic en 1984, pero eso recién se supo en 1997 cuando una venta de acciones de DFS reveló que ya no le pertenecían a él.

Y con el tiempo, sigue reivindicando el anonimato. «Seguiría haciéndolo como lo hicimos», asegura.

«No lo hice para probar nada»

Sus donaciones ayudaron a enfermos de VIH/sida a tener acceso a tratamiento antirretroviral en Sudáfrica, a reformar el sistema de salud pública en Vietnam, o a buscar la paz en Irlanda del Norte, donde Feeney se reunió con paramilitares en los años 90 para pedirles que abandonasen las armas.

Aunque Atlantic no realizó proyectos en América Latina, sí invirtió en la mejora de la salud pública de Cuba y en acciones que contribuyeron a normalizar las relaciones entre la isla y EE.UU. recientemente.

«Durante años, Trump presionó fuerte para entrar en las listas de ricos, como la Forbes 400; Feeney ha tratado de estar fuera de ellas. La donación de Atlantic provenía enteramente del dinero de Feeney; gran parte del dinero que entró a la fundación Trump en años recientes era de otros», indicó el periódico.

Consultado por BBC Mundo sobre ese contraste, Feeney evita explayarse. «Nunca he intentado comparar mi vida con la vida de nadie», se limita a responder.

Pero Oechsli dice que Feeney «está muy preocupado por lo que ocurre» en EE.UU., la polarización política que vive su propio país.

«Aunque no es político, él tiene valores muy fuertes, y creo que teme por la integridad de este país y la forma en que algunos valores están siendo socavados», señala.

Ahora que la fortuna de Feeney ha acabado de repartirse, Atlantic tiene sus días contados: se disolverá en 2020, después que termine de desembolsar donaciones ya prometidas y de desarrollar programas de becas previstos.

Feeney sabe que ha hecho algo diferente, pero mantiene el tono modesto.

«No lo hice para probar nada, excepto que el mundo es con suerte un lugar mejor ahora porque he tomado mi dinero y lo he propagado a mucha gente», sostiene. «Es todo lo que puedo decir sobre eso». (BBC Mundo)

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