Javier Duarte de Ochoa fue declarado prófugo de la justicia desde el 19 de octubre pasado, 180 días se tardó la PGR en dar con su paradero en la región volcánica de Panajachel, en la región centroamericana, Desde allá, encerrado en una mazmorra de alta seguridad y con una dieta muy precaria regida por el sistema penitenciario, Duarte aguarda su solicitud de extradición. En México lo espera un juicio por delincuencia organizada, peculado, abuso de autoridad entre otros, el juicio popular pide que le sean incluidas desapariciones forzadas, asesinatos de periodistas y ejecuciones extrajudiciales ocurridas durante el sexenio que gobernó.
Por Noé Zavaleta/Guatemala
Javier Duarte de Ochoa, el exgobernador de Veracruz durante el periodo 2010-2016, ha cumplido once días en la prisión Fuerte San Rafael de Matamoros en la zona uno de la capital de Guatemala. En ese lapso, Duarte solamente ha recibido la visitar de un amigo/familiar el pasado sábado, ninguno de los exsecretarios de despacho de su gobierno, legisladores federales o diputados locales que él impulso ha ido a visitarlo, ni siquiera sus familiares cercanos, madre, esposa, hermanos o primos.
El Ministerio de Relaciones Exteriores y el Tribunal Quinto de Sentencia Penal especializado en narcoactividad y en delitos ambientales están a la espera de que la Secretaria de Relaciones Exteriores haga “la solicitud formal” de extradición de Javier Duarte, hasta el martes 25 de abril no lo ha hecho, explica Ángel Sandoval, Vocero del Organismo Judicial.
Mientras Duarte aguarda en una pequeña mazmorra, con cama de concreto y una pequeña colchoneta, con una dieta de tres alimentos por día, basado en arroz, frijoles, huevos y de vez en cuando “un pedazo de carne o pollo”. La Procuraduría General de la República (PGR) lo señala como presunto responsable de delincuencia organizada, peculado, desvió de recursos, tráfico de influencias y abuso de autoridad. Esos mismos delitos, le ha vinculado la Fiscalía General del Estado de Veracruz.
Pero en el juicio popular, Colectivos de Desaparecidos en Veracruz le exigen al gobierno mexicano que Duarte también sea enjuiciado por “desapariciones forzadas”, mientras que periodistas de Veracruz también han ejercido presión para que Javier Duarte y el Secretario de Seguridad Pública sean careados para saber la verdad sobre los 19 asesinatos de periodistas ocurridos durante el sexenio en el que estuvieron al frente del poder.
“Una deuda de sangre”, le ha llamado la Presidenta de la Comisión de Atención y Protección a Periodistas en Veracruz, Ana Laura Pérez Mendoza, en donde señala que lo prioritario ahora es “reabrir los expedientes”, reencauzar investigaciones y otorgar a los “compañeros fallecidos” verdad y justicia.
Al día de hoy, las cruces de periodistas con las que carga el sexenio de Javier Duarte, son Noel López Olguín de Noticias de Acayucàn; Miguel Ángel López Velasco, Misael López Solana, Gabriel Huge y Yolanda Ordaz de Notiver; Guillermo Luna Varela de Veracruz News; Esteban Rodríguez de Diario AZ y Víctor Manuel Báez Chino de Milenio, Gregorio “Goyo” Jiménez de la Cruz de Liberal del Sur; Moisés Sánchez Cerezo, editor de La Unión; Juan Mendoza durante décadas fotoperiodista de El Dictamen; Armando Saldaña, locutor de la Ke Buena; Juan Santos Cabrera, excorresponsal de Televisa en Orizaba; Anabel Flores, colaboradora de El Buen Tono y el Sol de Orizaba y el de Regina Martínez y Rubén Espinosa de Proceso.
En el caso de Rubén Espinosa, el gobierno de Veracruz y el de Miguel Ángel Mancera aplicaron “carpetazo a la investigación”, pese a que Espinosa se exilió un 11 de junio del 2015 de Xalapa denunciando acoso de policías estatales y de “orejas” de la Secretaria de Gobierno, las cuales se volvieron más constante e intimidantes, en las afueras de su centro de trabajo, pero también en seguimientos a su vivienda. Rubén decidió “enfriarse” –así dijo- en la Ciudad de México, 47 días después sería asesinado y su crimen continua impune y con muchas inconsistencias en la investigación ministerial.
Su infierno en Guatemala
El Fuerte San Rafael de Matamoros ubicado en el sector 1 de Guatemala fue habilitado en el 2010 para alojar a delincuentes de “alto impacto” como políticos involucrados en escándalos de corrupción y fraudes aduanales, pero también a peligrosos narcotraficantes. Con el paso del tiempo, la descomposición penitenciaria que hizo el expresidente guatemalteco, Otto Pérez Molina, obligo a la procuración de justicia de Guatemala a habilitar la prisión militar de “Mariscal Zavala” para evitar que el exmandatario siguiera teniendo el control de la cárcel de máxima seguridad.
El resto de los presos, explica Jerson Ramos, periodista judicial del periódico Prensa Libre, el de mayor circulación en Guatemala, son pandilleros, Maras Salvatruchas, asesinos y ladrones del fuero común fueron enviados a “El Pavón” y “El Pavoncito” cárceles, ubicadas en donde vive el lumpen proletariado guatemalteco, donde se respira el ambiente centroamericano: hacinamiento, controles delincuenciales, liderazgos e incluso motines que han derivado en la muerte de reos.
En cambio Duarte, ataja Ramos, cohabita desde hace once días, en una prisión de 27 reos de alto impacto, en donde nadie molesta o incomoda al exmandatario veracruzano y donde sus presos pueden deambular sin ningún problema entre los campos y pasillos de este centro penitenciario.
“En Matamoros hay edificios vecinales alrededor, que son más altos que la cárcel y que tienen visibilidad hacía el centro penitenciario, cuando el expresidente Otto Pérez se encontraba ahí recluso, se filtraron videos de los reos jugando fútbol, en actividades de ocio, en total relajación, como si no se tratará de una prisión”, acota el periodista de Prensa Libre.
Ramos no se muestra sorprendido de la detención del priista Javier Duarte por actos de corrupción en esta nación guatemalteca, ilustra que los delitos que cometió el priista en Veracruz, demuestra que en la clase política, Guatemala y el país vecinos “no son tan diferentes”, recuerda, cuando al expresidente, Otto Pérez se le acusó de defraudación anual en prejuicio del erario público por 300 millones de Quetzales (cada mil pesos mexicanos son 389 Quetzales), escándalo conocido como “la línea”, en donde también salió salpicada la exministra, Roxana Valdetti.
Si Duarte tuvo sus empresas fantasmas, la simulación de reintegros al daño patrimonial de la Auditoría Superior de la Federación (ASF) y el impago a las organismos públicos descentralizados, Otto Pérez, expresidente guatemalteco aceptó sobornos por millonarios por permitir el ingreso de contenedores, sin reportarlos a la Hacienda Pública, en las principales aduanas de Santo Tomas y Puerto Quetzal.
Abelardo, es un mesero de un restaurante de carnes centroamericanas “El Churrasco” en el sector 9, asegura que la detención de Duarte indignó al pueblo guatemalteco porque se le presentó como “un político corrupto”, lo cual causa repudió en una sociedad que presenta hartazgo de la clase política.
“Fue muy sonado en noticieros y en periódicos, pero también es conocido que lo mandan a un hotel VIP, ahí incluso, va a estar seguro de sus enemigos, que los debe de tener. Para estar en esa cárcel, se tiene que pagar, sobornar a autoridades, él que va a dar ahí y no a una cárcel común, es porqué tiene plata”, asegura.
El mesero agrega que aunque el pueblo mexicano y de Veracruz piensa que Javier Duarte puede estar sufriendo y pasándola mal, lo más seguro –apunta- es que esté jugando cartas, que ya tenga una teléfono celular y que si requiere alcohol o mujeres, en cuanto agarre confianza con los custodios de ahí, las podrá gestionar, detalla.
En las afueras de la prisión de San Rafael Matamoros se aprecia limpieza y pulcritud en sus afueras. Incluso para ser fin de semana hay una completa calma, aunque varios medios nacionales consignaron que compartía mazmorra con el expresidente guatemalteco, Otto Pérez éste se encuentra recluido en otra prisión en las afueras de la ciudad en medio de un bosque, en donde la misma población ignora si tenga privilegios como los tuvo en Matamoros.
Su última morada, un paraíso…
El exgobernador priista, Duarte de Ochoa y su esposa Karime Macías llegaron en la víspera de vacaciones de Semana Santa al hotel La Rivera de Atitlán. En la recepción presentaron un formato de acceso al “apartamento privado” 505 de la torre C con capacidad para cuatro personas. El personal del hotel, muy diligente, les colocó un brazalete naranja de “invitados” y no amarillo de “huéspedes” para hacer la distinción. Jamás imaginaron –dicen– que se trataba de un presunto delincuente boletinado por la Interpol y buscado en 90 países.
Hoy incluso, meseros y botones del hotel La Rivera de Atitlán tienen temor de que por lo que escribió la prensa internacional se genere una percepción equivocada, de que está región es refugió de delincuentes. “Y no un sitio de descanso ideal para turistas europeos”, atajan.
“En la torre C hay cuatro apartamentos con dueños los cuales son libres de prestarlos, rentarlos, mandar familiares y amigos, nosotros no nos entretenemos en quiénes son. Son clientes a los que uno tiene que recibir, si ya traen la invitación expresa. El ahora detenido sólo se presentó como Alejandro y su acompañante como Andrea”, comentan empleados del hotel Rivera de Atitlán, ubicado en la Ruta Colonial de los Volcanes y para el cual hay que transitar 140 kilómetros desde Guatemala capital, pero que en automóvil se vuelven casi 180 minutos por las curvas sinuosas y el tráfico provocado por el comercio local.
En el restaurante del Rivera de Atitlán, en el Salón Terraza con vista a la alberca, en los elevadores de la torre C con sus 16 niveles, era muy común ver a Duarte ataviado en bermudas, ropa deportiva o con pantalón de vestir holgados. A algunos meseros Duarte de Ochoa les hablaba en inglés, “él era muy visible, su mujer no tanto”, indican empleados del resort.
Los mozos y camaristas no notaron nada extraño en el exmandatario veracruzano; les causaba rareza su nacionalidad en un hotel donde lo común es que se hospeden turistas franceses y holandeses, así como guatemaltecos con poder adquisitivo.
Acaso un botones miró con extrañeza que a Duarte lo visitaban personas con el aspecto de guaruras y quienes le hacían visitas muy breves. Los atendía afuera del hotel, algunas veces los acompañó; las estancias de los desconocidos “eran más que breves”, dice mientras enseña presumido la habitación 505, donde a Duarte se le pidió que saliera y que por propia voluntad descendiera por el elevador, solo, sin ser esposado, sin tanto aspaviento.
“Su gobernador se refugió en un paraíso, rodeado de gente pobre y de indígenas que aún cultivan el trueque para satisfacer necesidades y servicios”, explica el taxista que manejó hasta esta zona.
Javier Duarte y Karime Macías ocuparon un apartamento amplio habilitado para que estuvieran cuatro personas, sin grandes lujos: apenas una habitación alfombrada, decorada con oleos pintados por artistas locales, secadora de pelo y una pequeña bañera, poco lujo, austeras comodidades, para las excentricidades que Duarte y los Macías-Tubilla vivieron en sus viajes por España, Brasil, Estados Unidos, El Vaticano e Italia.
Aunque hoy existe discordancia sobre cuánto pagó Duarte por el préstamo-arrendamiento del apartamento 505 del Rivera Atitlán, si hubiera llegado como cualquier huésped tendría que haber pagado 160 dólares o mil 1173 quetzales, un poco más si deseaba una cama kingsize.
“La verdad es que aquí el hotel Atitlán, ubicado aquí cerca, a 400 metros caminando, es el más lujoso. Más de 200 dólares la noche la habitación más sencilla, con tres puntos donde pueden bajar helicópteros, diario se ve bajar o subir uno, creo que el señor Duarte bien pudo pagar esa habitación”, cuenta divertido un trabajador del hotel.
La última morada que tuvo Duarte en libertad posee una espectacular vista al lago de Atatitlán. Desde el quinto piso se aprecian en todo su esplendor los tres volcanes que rodean a este cuerpo de agua que baña toda la parte baja del departamento (estado) de Sololá: el volcán de Atitlán, el de Tolimán y el San Pedro.
En Guatemala, el pasado miércoles, Javier Duarte declaró en audiencia que durante los últimos seis meses vivió en este país centroamericano. Duarte y Karime Macías pasaron desapercibidos entre 16 millones de habitantes de este país y extraviados en su extensión territorial de 108 mil kilómetros cuadrados.
Reproches de Guatemala a Veracruz
Al cumplir su primera semana en prisión a Javier Duarte lo visitaron madres de personas desaparecidas en Veracruz, con el grito de “ni perdón, ni olvido” le recordaron los más de dos mil 400 casos de desaparecidos durante su sexenio y la ola de violencia e inseguridad que dejó un gobierno preocupado en enriquecerse más que en velar por la seguridad de los 8 millones de veracruzanos.
Desde las afueras de la prisión del Fuerte San Rafael de Matamoros felicitaron al gobierno de Guatemala por la aprehensión –dijeron- de uno de los mayores delincuentes que hay en México.
“Ahora va la mía”, expresó Aracely Salcedo, quien desde el 2012 busca a su hija, Fernanda Rubí Salcedo “levantada” por un comando armado en una discoteca de Orizaba. Salcedo se hizo viral en las redes sociales, porqué a gritos y visiblemente enojada, le suplica a Duarte que “haga algo” para dar con el paradero de su hija pues ya van muchos años de su desaparición y en las Fiscalías Regionales solo le dan largas. En dicho video, el exgobernador veracruzano sonríe de forma nerviosa y toma por el talle a su esposa, Karime Macías para caminar aprisa y subirse a su camioneta en Córdoba para huir, apoyado de sus escoltas, de los reclamos de Salcedo.
“Estamos muy contentos, nos da alegría, que Duarte este en la cárcel. No queremos que a nivel internacional pase desapercibido que Duarte sea juzgado y castigado, no solo por enriquecimiento ilícito y lo robado, sino también por las desapariciones y ejecuciones que se llevaron a cabo durante su mandato”, expresó Salcedo.
La activista consideró que Javier Duarte tendría que ser extraditado inmediatamente a una cárcel mexicano y posteriormente cumplir su condena en Veracruz, pues hay “cientos de pendientes” con los agraviados del estado que gobernó de manera brutal.
“Alzamos la voz hoy aquí en Guatemala, por las miles de madres de desaparecidos en Veracruz, que fuimos agraviados. La lucha en la búsqueda de un hijo no termina, y una madre nunca olvida, Javier Duarte aquí estamos recordándote todas tus responsabilidades”.
Lucy Díaz, del Colectivo Solecito señaló que ahora que cayó en prisión Javier Duarte, tendrían que seguir varios exprocuradores de justicia y exfiscales regionales, así como secretarios de gobierno y otros políticos.
“Falta que caigan Luis Ángel Bravo, el exprocurador, Amadeo Flores, tantos fiscales regionales y ministerios públicos, comandantes policiacos que tuvieron participación en la desaparición de nuestros hijos, son tantos nombres de políticos que fueron igual de culpables que Duarte”.