Hace 524 años llegó la cruz maldita a nuestra América

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Por Pedro Canché.

En memoria de nuestros ancestros aniquilados con la plaga llamada ambición humana.

El colonialismo salvaje, con esos bajos instintos de esa humanidad del medievo, sediento de sangre y tesoros acabó arrasando nuestra América con todos y nuestros legados, conocimientos, matemáticas y ciencias de todo tipo.                                                     Ahí estaba la cruz montando el caballo y brillando en la espada. Ahí estaba la cruz en manos de esos blancos  barbudos destruyendo nuestras casas, asesinando a nuestros hijos. Tomando a nuestras mujeres. Esa cruz de sangre que dejó solo en sueños nuestros grandes conocimientos.                              Hoy es un enigma descifrar nuestros saberes. Ahí quedó en las cenizas que después fueron abono para nuestra tierra. Un papiro y pieles tan frágiles como una vida. Nuestras vidas en manos de la cruz maldita antes y después.                                     Nuestros hermanos de la tierra helada hoy no están. Nuestros sukunes de Cuba y la isla Española se esfumaron en la visita de los tzimin mak´ob (los hombres del caballo). Venían a despojarnos, de tierras y tesoros. Ahí les falló a estos abortos de la humanidad.                                                                Nuestra esencia, nuestro mayor tesoro, continuó puro. Y eso nos sostiene. Eso le da la magia a nuestra América.A los pueblos nativos.

Hoy  quieren matar a nuestras abejas e insectos por ese colonialismo salvaje comercial y político. Nos quieren dar semillas modificadas, que la naturaleza jamás haría.                                                                       El veneno de las semillas transgénicas está recorriendo el continente con la bendición de las Cortes de Justicia y con la avaricia de los políticos. Tras una semilla transgénica está la cruz que alimenta al vaticano y sus bancos. La codicia de los hombres de la cruz maldita persigue a nuestros pueblos.

La selva que fue la gran muralla impenetrable que  salvó a los mayas de la aniquilación cae en pedazos ante el cemento de la industria turística, que se llevan a la vieja Europa todas las riquezas y dejan en su paso cientos de miles de sirvientes sin ciudades dignas, con ciudades que son más bien campos de concentración con sus grupos criminales.                    El problema social de un emporio que al construir mil cuartos deja 10 mil familias migrantes en estos enormes campos de concentración como Cancún y Playa del Carmen.

Ahí está la cruz maldita trás bambalinas. Una coca. Una sabrita. Las chataras comidas. Son las armas que sustituyeron al caballo, a la pólvora, a la espada y a los barcos.                                                                 Son lanzas modernas contra la vida de los pueblos que hace 524 años recibieron la visita del gran genocida, Cristóbal Colon.

Y entonces hace 524 años nos enterraron la cruz en los ojos y caminamos con las palabras de los blancos.

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