Son cientos de casos así.Terrenos,zonas costeras y casas son despojados a sus dueños en Quintana Roo donde la mancuerna maldita Félix y Borge operan con los tribunales para favorecer a sus amigos de Monterrey.A continuación lo que publica Proceso hoy
CANCÚN, Q. Roo (apro).- Procedente de Colorado, Raymond Craig Stewart escogió Tulum para disfrutar su retiro en este pedazo de paraíso del Caribe mexicano.
Pero sus deseos de vivir en Tulum se convirtieron en un infierno, no sólo porque fue impunemente despojado de su casa, sino porque ha padecido la corrupción y los abusos de la justicia quintanarroense, y ahora está dispuesto a llevar el caso al Consulado Regional de Estados Unidos.
Luego de dos años de residir en esta ciudad de la Riviera Maya, en donde se dedicó a ser comerciante y restaurantero, en 1997 Craig compró un terreno frente a la playa y cuatro años más tarde se nacionalizó mexicano.
El terreno, ubicado en el kilómetro 6.5 de la carretera Tulum-Punta Allen y que formaba parte del ejido Pino Suárez, se lo compró al ejidatario Pedro Castro Cortina.
Poco a poco, frente al mar Caribe, construyó la casa de sueños. En un terreno de dos mil metros cuadrados y 30 metros de playa, alzó su vivienda de dos niveles.
En 2011, contrajo nupcias con una mexicana, originaria de Guanajuato.
Poco podía pedir ya.
Sin embargo, sus sueños se transformaron en una desesperante pesadilla. Craig se convirtió en una víctima más de quienes operan los despojos de terrenos costeros en Tulum, en los que están involucradas autoridades de todos los niveles.
El 11 de mayo de 2015, una mujer llamó a la puerta de Craig; se identificó como Teodora Xix Cahuich.
Craig no sabía de quién se trataba, y mucho menos de sus antecedentes de promotora de invasiones en Playa del Carmen y de estafar a decenas de personas en Yucatán con la venta de terrenos en esta ciudad, que incluso la llevaron a la cárcel.
Por su negro historial, Teodora Xix, se había ganado a pulso el mote de “Dora, la estafadora”, en los medios sensacionalistas locales.
A la casa de Craig, la mujer llegó acompañada de dos hombres armados. Le dijo que era influyente. Amiga del exgobernador Félix González Canto y del actual mandatario estatal, Roberto Borge.
Craig pensó al principio que se trataba de una extorsión, pero Dora le aclaró que llegaba a apoderarse de la casa y que venía de parte de José María Garza Ponce.
El neoleonés García Ponce figura en una lista de empresarios involucrados en despojos en la misma zona del ejido Pino Suarez, también conocida como Punta Piedra.
Entre otros casos, su nombre destaca en la denuncia por el apoderamiento del hotel El Ocho, de Tulum, a finales de 2009.
En 2014, Garza Ponce y sus socios se empezaron a apoderar de terrenos costeros, resultado de embargos de juicios laborales iniciados por empleados de los propietariosde esos predios, también en la zona de Punta Piedra.
No obstante, más que los vínculos de Dora Xix, con Garza Ponce, a Craig le preocupó el desplante de la mujer, pues parecía que tenía todo el poder para arrebatarle su casa.
Sin dar crédito a lo que escuchaba, Craig no atinaba a responder a las amenazas de Dora, quien finalmente le ofreció un trato:
“Dame 15 mil dólares y te puedes quedar con la casa, pero por un año”.
Craig no sabía cómo detener a Dora Xix, pero tampoco se atrevió a salir en busca de ayuda.
Ese 11 de mayo se convirtió en el día más largo y angustiante de su vida.
La mujer aprovechó el desconcierto del estadunidense e ingresó al predio, acompañada por un grupo de personas.
Finalmente, Craig pidió ayuda de la Policía Municipal, pero al llegar, los elementos policiacos le dijeron que no podían hacer nada.
En cambio, Dora obtuvo refuerzos. Más gente se metió a la casa, en donde aún permanecía la esposa de Craig, agazapada en el segundo nivel. Unas 20 personas, incluidas mujeres y niños, permanecieron dentro del inmueble.
Con el apoyo de una amiga, Craig reclutó a un grupo de jóvenes para recuperar la casa a la fuerza y logró meter a nueve sin que se diera un enfrentamiento violento entre ambos bandos.
Casi al amanecer del día 12, el grupo de Dora obtuvo armas “de la nada”, y a punta de pistola sacó a los nueve muchachos de la propiedad.
Alrededor de las 10:00 horas, llegó una patrulla a atender una llamada por “alteración del orden público”.
Craig acusó a Dora y pidió a los policías ayuda para sacar a los invasores.
El policía que estaba al frente le respondió: “la propietaria es la señora. Váyase. Si tiene algo que reclamar, hágalo ante el Ministerio Público”.
La pesadilla apenas empezaba.
Por la tarde, en la sede de la Procuraduría estatal en Tulum empezó un enredado camino de burocracia y corrupción.
La denuncia por despojo, robo y privación ilegal de la libertad en contra de Dora Xix, quedó estancada por casi un mes.
Finalmente, en el mes de junio, Craig logró entrevistarse con el agente del Ministerio Público, al que solo identifica como Alberto.
“Nos empezó a pedir dinero para agilizar el expediente. En total, nos pidió 200 mil pesos, Primero, 30, luego 40 y así, hasta que fueron 200”, recuerda Craig.
El asunto tampoco avanzó gran cosa. El estadunidense se entrevistó con la coordinadora de la agencia del Ministerio Público de Tulum, Evangelina Merino Kantún, para quejarse del proceder de Alberto.
La funcionaria le asignó un nuevo agente, Rubén Montes Díaz, que si bien no pidió dádivas, tampoco hizo avances en la integración de la averiguación previa.
En tanto, Dora Xix, reforzó la vigilancia de la casa: Instaló un camper en el terreno contiguo, en cuyo interior había más guardias.
Frente a la lentitud del Misterio Publico, Craig preparó una nueva ofensiva para recuperar su casa. Otra vez reclutó jóvenes, a quienes acuarteló en un domicilio en el centro de la ciudad de Tulum.
Pero los jóvenes fueron detenidos cuando aún aguardaban la orden. Primero fueron dos, y luego los demás.
Sin cargos que se les pudieran imputar, fueron arrestados. Craig tuvo que pagar 22 mil pesos para que los liberaran. Además, el Ministerio Público le pidió otros 15 mil.
Con la policía del lado de Dora Xix, y sin opciones para su causa, el estadunidense prefirió replegarse.
Pero en noviembre retornó al Ministerio Público, donde fue recibido con la noticia de que el expediente finalmente había sido consignado al Juzgado Penal, con sede en Playa del Carmen.
Sin embargo, al verificar el contenido del expediente y la calidad de la integración de las acusaciones, resolvió que estaba incompleto y que era necesario aportar más elementos.
Así que contrató los servicios del abogado Gerardo Prado Herrera, exfuncionario público, y cuyo último cargo fue subdirector jurídico del Centro de Reinserción Municipal (Cereso) de Playa del Carmen.
En el proceso de integración de más pruebas, Craig confirmó que Dora Xix había vendido su casa a Manuel Gómez Galán por unos siete millones de pesos.
La casa estaba ya deshabitada y totalmente saqueada, sin ningún mueble.
En medio de este panorama desolador, un mando de la policía le avisó a Craig que había una oportunidad de ingresar a su casa. Sin pensarlo mucho, el estadunidense esquivó la vigilancia y se metió.
Sin embargo, poco después llegó un grupo de policías al lugar para obligarlo a salir.
El propio subdirector operativo de la Dirección Municipal de Seguridad Pública, Juan Ariel Rodríguez Alonso, se encargó personalmente de detener a Craig.
El mando policiaco lo capturó en el segundo piso de la casa, en donde Craig recuperaba algunas de sus pertenencias, incluido dinero en efectivo y un arma.
El estadunidense permaneció encarcelado en Tulum tres días y dos noches, con cargos no sólo del fuero común, sino también federales, por el arma que tenía en su poder, hasta que finalmente salió libre baja fianza.
Frente a este cumulo de arbitrariedades y de impunidad, Craig considera que Dora Xix no actuó sola y que desde que invadió la casa ha gozado de la protección del director de Seguridad Pública, Luis Germán Sánchez Méndez.
La protección de Sánchez Méndez a Dora Xix, sostiene, quedó confirmada cuando el propio subdirector operativo entró a la casa a arrestarlo.
Sin embargo, considera que hay “gente más arriba” que permite estos despojos en Tulum.
“Los agraviados no tenemos quien nos defienda”.
Pero, asegura que no está dispuesto a perder su casa, y una vez que se han agotado las instancias de la justica de Quintana Roo, Craig se prepara a dar el siguiente paso.
“Voy a tener que recurrir al Consulado de Estados Unidos