Textos y contextos
Un gasolinazo más, otra promesa sin cumplir
Por: Miguel Alejandro Rivera
¿Por qué habría de sorprendernos que hoy, otra vez, suban las gasolinas?, ¿no en este país ya deberíamos estar acostumbrados a las mentiras y de los gobernantes y a que cualquier promesa se convertirá en una futura amenaza?, ¿cuándo fue la última vez que un presidente tuvo una administración mínimamente favorable para la sociedad y no para la clase política y empresarial?
Vicente Fox prometió arreglar en unos cuantos minutos el conflicto con el Ejército Zapatista de Liberación Nacional: no pudo; Felipe Calderón prometió desaparecer la tenencia vehicular: se transformó en el refrendo; Enrique Peña Nieto prometió parar los gasolinazos: hoy se presenta uno más y es posible que no sea el último.
¿Por qué a los mexicanos no nos importa que nos mientan? En diciembre del 2010, el presidente de Bolivia, Evo Morales, se enfrentó a su propia crisis de gasolinazos, pues el alza en los costos de los combustibles generó el descontento de la sociedad.
En esa ocasión, el mandatario boliviano decidió quitar un subsidio a los carburantes que le costaba al Estado 380 millones de dólares anuales. Esto provocó alzas del 82% en el precio del diesel y del 72% en el de la gasolina.
Una de las medidas con las que Morales acompañó la decisión del aumento a los combustibles, fue el aumento del 20% del salario mínimo profesional, así como a los sueldos de los policías, las Fuerzas Armadas y de los trabajadores de la salud y educación, para de alguna manera, equilibrar el mayor gasto que parte de los bolivianos tendrían que hacer en gasolinas.
El último aumento al salario mínimo en México fue de 4.2%, y éste llegó a 73.04 pesos, cuando hoy, el litro de gasolina también aumentó en 4.2% y cuesta 13.98 pesos, el mayor incremento en 18 años.
Siendo uno de los presidentes con mejor aceptación en el continente americano, y con grandes márgenes de victoria en las elecciones presidenciales en las que ha competido, Evo Morales tuvo una caída de 5% en su popularidad debido a su gasolinazo del 2010. La sociedad salió a las calles y pidió ser escuchada por un presidente indígena cuya bandera y discurso siempre han sido gobernar para su gente, para los ciudadanos y para todas las organizaciones que existen en Bolivia.
En los primeros días del 2011, el regalo de año nuevo para los bolivianos fue que, efectivamente, su presidente cedió ante la sociedad para la cual prometió trabajar y anunció la cancelación del gasolinazo, devolviendo la paz social que su país había perdido hacía algunas semanas.
En días pasados, los maestros pertenecientes a la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, lograron que el Gobierno Federal reconsidere el análisis de la llamada Reforma Educativa, gracias a su tenacidad y resistencia en las manifestaciones a nivel nacional. ¿Qué pasaría si todos los automovilistas salieran a las calles a exigir el cumplimiento de una promesa: el fin de los gasolinazos?
Bolivia, un país que por su tendencia a la izquierda muchas veces es ignorado en la plana internacional, es un ejemplo de cómo se gestionó un problema similar al de México con una actitud totalmente distinta; por ejemplo, una medida fue aumentar el precio de las gasolinas sólo a los autos con placas extranjeras, no como en el caso mexicano, en el cual siempre es la base social la que paga la terrible administración que hacen las autoridades de los recursos nacionales.