Por Primitivo Alonso Alcocer.
El derrumbe de Borge y algunas de sus implicaciones
La detención del exgobernador Roberto Borge, en Panamá, acaparó la atención de los principales rotativos y en especial de las redes sociales remitiendo, al menos en la entidad quintanarroense, a un segundo término el proceso electoral desarrollado en el estado de México al que se le dio un seguimiento inicial con marcada expectación. La proliferación de opiniones, la mayoría aplaudiendo la captura del exmandatario, es el bistec favorito de la mayoría de los comensales y al parecer esta comilona política tiene para rato. No faltan desde luego los que se cuelan al banquete con el cerebro cubierto con una nube de amnesia al olvidar, con cinismo escalofriante, su participación en la fiesta del borgismo como invitados de primera fila o recibiendo suculentos estipendios; ellos apuestan a la desmemoria y ahora condenan a su antiguo benefactor con anatemas que en algunos casos van más allá de lo que expresan los verdaderos agraviados. Mención especial merecen en este episodio de desmemoria los que se sienten purificados al cambiar de camiseta política dando la espalda a su pasado. En la condena colectiva del exgobernador, se juntan los tirios con los troyanos cuando debía de haber un gran marco de reflexión sobre los oscuros tintes que han cubierto al autogobierno, lo que marca la posibilidad que se considere la incompetencia técnica, política y moral de los locales para ejercer el mandato que la sociedad confiere, al no estar a la altura de las circunstancias. Es decir, por unos pagarían todos y seria la justificación más amplia para que los partidos políticos y sus dueños decidieran abanderar a políticos foráneos que apenas cumpliera con la residencia pero ajenos a nuestra idiosincrasia y a los intereses fundamentales del Estado. Desde luego que ha habido buenos gobernantes, pero en política no se cuentan las buenas, se cuentan las malas y en esta tesitura los bonos de los locales han perdido valor ante los ojos de los que determinan el rumbo de la nación especialmente por la omnipotencia y la voracidad de algunos lo que en materia política pesa demasiado sobre todo si así lo secundan las circunstancias y una sociedad cada día más activa y demandante. El panorama de las próximas elecciones en puerta, podría ser ilustrativo para observar el perfil de los candidatos y ahí se observara si responden al interés popular o si son adláteres desconocidos vinculados a algún interés cupular. Seria más de lo mismo y delataría que se pasó por alto la lección. Lo que sucedió no solo es imputable a Borge (cuyos actos de corrupción saltaban a la vista y ello parecía no preocuparle supuestamente porque se sentía altamente protegido), pero había que hacer un examen objetivo que nos llevaría a la conclusión que también hay otros que no “cantan mal las rancheras” y estaban en la misma coordenada de sentir a Quintana Roo como un feudo particular en donde el rumbo político y económico de la entidad sería marcado en su provecho; se sacaron de la bolsa a Borge, a sabiendas de su falta de oficio político, de su inmadurez y frivolidad; compartieron poder y dinero con el defenestrado ex gobernador, y luego lo abandonaron a su suerte cuando su causa estaba perdida y el brazo de la ley se extendía para atraparlo. Pero en el cenit de su gobierno sin el mínimo pudor y haciendo gala de un cinismo escalofriante, llegaron a límites intolerables especulando con las propiedades del Gobierno del Estado, aprovechando su poder para hacerse también de algunas propiedades particulares de alto valor en el mercado turístico, saqueando las finanzas del gobierno del estado y lo endeudaron con cantidades multimillonarias que no se vieron reflejadas en obras o avances de beneficio colectivo. Fue una rapiña de locura que ahora tienen sus primeras consecuencias con la detención del ex mandatario, pero son hechos agrupados que vienen de más atrás que a la larga constituyeron un golpe letal para el tricolor al considerarlo la sociedad como el culpable de abanderar a la gente equivocada para ejercer el poder lo que también ha ocurrido con otras formaciones políticas especialmente en Cancún, en donde se ha postulado a gente impresentable que también se hicieron de un botín aprovechando su encargo público. El ejercicio de la política con la única finalidad de ejercer el poder por el poder, ha debilitado a muchos partidos políticos cuyos “hombres fuertes” prefieren a gente incondicional que aumente su esfera de influencia personal o le cubra las espaldas, en lugar de hombres y mujeres que los hay a montones, con mística de servicio, vocación social y el deseo autentico de servir a la sociedad y no servirse con los dineros del pueblo que tienen la obligación de ejercer con probidad. Hay que tener cuidado con los cínicos simuladores o con los seductores políticos o los que mezclan la política con la religión; son profesionales de la mentira y la manipulación para llegar al poder; son los auténticos heraldos de la corrupción mismos que la observan como parte indisoluble en el ejercicio gubernamental, considerando como “pendejos” a los que prefieren el camino de la honradez.
Los cambios acelerados que vive la sociedad a nivel mundial especialmente en el orden tecnológico, reclaman que también la política se ajuste a los nuevos tiempos so pena de fenecer como instrumentos intermediarios con la sociedad que requiere de servidores públicos honrados y comprometidos con el pueblo y que sepan en donde están sentados. El pueblo quintanarroense se merece que toda forma desleal de gobernar quede en el baúl de los cachivaques inservibles; de ahí la responsabilidad histórica del gobernador Carlos Joaquín, a quien le ha tocado el aseo de “Los establos de Augias” y merece, por lo tanto, un respaldo institucional y social para encaminar a la sociedad hacia rumbos más halagüeños. Creo que también es el momento de eliminar la prepotencia y la soberbia donde las halla y, sobre todo, hay que entender que no fueron los militantes del PRI los causantes de tanto desatino cuando los culpables están plenamente señalados, mismos que también dañaron terriblemente a la propia institución. Lo anterior se da especialmente en esta ciudad capital que fue factor fundamental para el cambio democrático, en donde el “efecto Chetumal” (el votos de miles de priistas desencantados con el borgismo o que preferían al actual gobernador como candidato quienes sufragaron en favor de Carlos Joaquín junto con la sociedad civil, lo que fue factor determinante para su elección) ha sido motivo de sesudos análisis por parte de reconocidos politólogos, siendo una referencia para el propio PRI en el reciente proceso electoral llevado a efecto en tierras mexiquenses, según asegura el prestigiado analista político Raymundo Riva Palacio. Lo cierto es que con esta actitud plenamente democrática los chetumaleños terminaron el 5 de junio del 2016 con las ambiciones de un grupo que trataba de perpetuarse en el poder, como antaño lo hicieron, junto con el pueblo maya, con la satrapía de 16 años de don Margarito Ramírez. Para finalizar, abrigo la esperanza que el “efecto Borge” no sea motivo para caer en la fertilización del encono malsano o el acomodo político aprovechando las circunstancias o el enfrentamiento estéril entre hermanos en la puja por significarse con el nuevo gobernador y menos la persecución inquisitorial de todo aquello que les huela a Borge aunque se trate de trabajadores honrados que nada más cumplieron con su deber obedeciendo instrucciones. No estamos en los tiempos feudales como para iniciar una cacería de brujas. Dejemos que el marco de la ley prosiga su camino y redoblemos esfuerzos, cada quien en su respectiva trinchera de trabajo, para dejar el piso limpio para preservar el autogobierno y sobre todo para que transiten por suelo despejado estas y las futuras generaciones; los nuevos quintanarroenses, son la amalgama de los nativos y los hijos adoptivos de esta entidad promisoria que siempre ha abierto sus compuertas a todos los pueblos de la Tierra.