Textos y Contextos
Extrañar al dictador
Por: Miguel Alejandro Rivera
“No sé por qué, pero hoy me dio por extrañarte; por echar de menos tu presencia. Alguien dijo que el olvido está lleno de memoria”, dijo, escribió o pensó alguna vez el escritor-poeta Mario Benedetti. Palabras así se antojan para decirlas al viento, que le lleguen a un amor perdido, quizá a esa persona que jamás supo de nuestra existencia; sin embargo, en el contexto adecuado, esto se le puede decir a un dictador.
Hace algunos días, la BBC difundió un texto sobre Karim Mohamed, un africano común que, literalmente, extraña los tiempos en que Muamar Gadafi gobernó Libia. «En Libia, todo el mundo era feliz. En Estados Unidos hay gente durmiendo bajo puentes. En Libia, nunca (se veía eso). No había discriminación, ni problemas, nada. El trabajo era bueno y el dinero también. La vida que tengo se la debo a Gadafi. Él era el mesías de África«, dijo el entrevistado al periodista Jake Wallis.
Si los medios de comunicación masiva y la Organización del Tratado Atlántico Norte (OTAN) afirmaron en su momento que Gadafi era un dictador inhumano al cual sólo la muerte podía frenar, ¿por qué, como Karim Mohamed, existe un sector de la población africana que extraña los tiempos en que el nacido en el desierto libio gobernó con firmeza parte del Magreb?
A la muerte del dictador- el 20 de octubre de 2011, como un resquicio de la “Primavera Árabe”- fueron muchas las versiones sobre su personalidad y su manera de gobernar Libia; mucho se dijo que era un obsesionado del sexo y el poder, que tenía esclavos sexuales en su palacio y que, como forma de dominación, copulaba con las hijas y esposas de sus enemigos, e incluso, con su propio gabinete. Empero, al hombre se le añora.
«Gadafi era un buen hombre. Nunca engañó a nadie. Él era perfecto. El mejor«, le dijo a Wallis Mustafa Abdel Momin, un trabajador del sector de la construcción de 35 años, quien había trabajado en Libia por siete años. Muchos africanos de países como El Congo y Ghana viajaban para trabajar en libia y salir de la pobreza de la cual no podían escapar en sus países.
A mitad del Siglo XX, en el furor de los movimientos independentistas en toda África, personajes como Kwame Nkrumah impulsaron la idea del Panafricanismo, un movimiento de unificación territorial y gubernamental para gestionar los recursos de todo el continente… algo así como lo que años después se convirtió en la Unión Europea. Muamar Gadafi era uno de los más grandes continuadores de la obra de Nkrumah para lograr los Estados Unidos de África.
El poder de Libia radica en su petrolero, lo que ayudó mucho a que Gadafi pudiera dar estabilidad a la economía en sus casi 42 años de gobierno. Por ello, el derrocado dictador libio fue, seguramente, uno de los “malos de carrera larga”, como llamó Eduardo Galeano a esos gobernantes totalitarios impuestos por el sistema que un día le estorbaron a los intereses imperialistas.
Quizá no todo es como creemos o como nos dicen que tenemos que creer: la Historia no la escriben hombres como esos africanos que extrañan al dictador, sino propagandistas que nos venden cualquier intento de ser diferente como “terrorismo” o “populismo”. El de Gadafi, es sólo un ejemplo para reflexionar sobre otros muchos nombres: Osama Bin Laden fue mucho tiempo el luchador en Medio Oriente contra el comunismo hasta que un día no hizo más falta. Husein fue amigo de EU hasta que se le ocurrió invadir Kuwait. Sólo en occidente, hay buenos y malos.