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El misterio que rodea la foto del Air Force One en La Habana
El autor de la histórica imagen es Yander Zamora, un fotógrafo cubano del diario oficial Granma que al principio ocultó su identidad.
El cubano Yander Zamora Reyes tomó la imagen que ya está considerada como una de las mejores que se hicieron durante los tres días que Obama y su familia pasaron en La Habana. REUTERS
Por: La Vanguardia
Más que una foto parece un cuadro pintado de azul. No hay un solo elemento que desencaje en una imagen que no habla, le grita a los cuatro vientos su significado. El Air Force One sobrevolando el municipio de Boyeros segundos antes de tomar tierra en el aeropuerto internacional José Martí de La Habana. ¿El autor? Un misterio que el fotoperiodista acepta develar. El cubano Yander Zamora Reyes tomó la imagen que ya está considerada como una de las mejores fotografías que se hicieron durante los tres días que Barack Obama y su familia pasaron en La Habana.
Fotógrafo del diario Granma, este santiaguero de 34 años afincado en La Habana dudó unos días sobre si era conveniente o no revelar su identidad. Ese día, trabajaba de freelance para la agencia Reuters, y pasó la foto como siempre, con el nombre genérico Stringer que se utiliza para colaboradores que por distintas razones no firman. La suya fue una de las primeras imágenes del viaje que llegaron a las pantallas de los editores de fotografía de los medios de comunicación del mundo. Y no pasó desapercibida. Abrió las webs de los principales digitales. Reuters decidió entonces volverla a pasar pero asociada a un nombre. Y Yander Zamora prefirió ser prudente y firmó con su segundo nombre y apellido, Alberto Reyes.
¿Por qué devela ahora su nombre? “Nunca imaginé que una fotografía mía podía tener tanta difusión. En Cuba se está redactando la que será la nueva Ley de Prensa y en realidad nadie te prohíbe trabajar para un medio internacional, pero soy fotógrafo en un medio oficial, Granma, y preferí reflexionar antes de dar mi nombre, seguramente por temor. Es una gran oportunidad que no debo desaprovechar. Me encanta la foto y quiero que la gente sepa que es mía”, relata con emoción Yander Zamora, al otro lado del teléfono.
¿Teme que publicitar su nombre pueda tener consecuencias en su trabajo en Granma? “Estoy seguro de que no pasará nada”, explica, todavía con la emoción de alguien que sabe que ha logrado una imagen que pasará a la historia. Una emoción lógica porque en esos tres días en Cuba habían miles de fotógrafos acreditados para inmortalizar el viaje, algunos de los mejores fotoperiodistas del mundo, y Yander, con su vieja Nikon D7000 comprada por un amigo de segunda mano en Nueva York y un modesto 18-70 que le prestó otro colega “pero que falla muchísimo enfocando”, logró esa magia que reúnen algunas fotos, traspasar el momento, transmitir sensaciones y narrar una gran historia.
Yander trabajaba ese día para Reuters y la delegada de la agencia lo envió al aeropuerto. Querían que retratara el Air Force One justo en el momento en el que el avión está a punto de aterrizar y pasa junto a un cartel estratégicamente colocado hace años y en el que se lee La Habana. Una foto segura y recurrente. Hecha muchísimas veces. “No me apasionaba el encargo, pero era lo que me habían pedido”, recuerda. El fotógrafo llegó al punto pero los miembros de la seguridad del Estado le echaron. Pese a su acreditación como fotógrafo le advirtieron de que estaba demasiado cerca de la zona prohibida. ¿Y entonces? “Me puse a temblar”, se ríe.
Para moverse ese día, Reuters había contratado los servicios de un motorista que trasladaría a Yander por la ciudad. Tuvo la suerte de que el motorista vivía en Boyeros, el municipio en el que está ubicado el aeropuerto, y le ayudó a buscar la ruta que sobrevuelan las aeronaves antes de aterrizar. Pero no fue fácil. “Caminé más de dos horas. Y pregunté a un montón de gente. Los aviones cambian de ruta, debe ser por el viento que nunca acceden por el mismo sitio. El caso es que al final, tuve la suerte de que estaba en un cruce perfecto cuando llegaron los dos primeros aviones que abrían paso a la comitiva del avión presidencial”.
Un cruce con todos los elementos. Una señal cruzada con un Stop ante la cercanía de unas vías del tren. Una casa con la fachada pintada de azul y un enjambre de cables en el cielo que parecían marcar la ruta a seguir por el avión. “Tuve casi una hora para medir la luz y hacer pruebas. Además, los vecinos que estaban con la televisión encendida siguiendo en directo la llegada me gritaban: ‘Oye fotógrafo, estate preparado que ya viene’”. Y pasó el avión. Casi a cámara lenta. “Cerré el diafragma a 20, para ganar toda la profundidad, y enfoque a uno de los postes de la luz”. ¿Cuántos disparos? “Diez”. Unos segundos antes de escuchar las turbinas del avión, Yander ya solo miraba por el visor al cielo, cuando descubrió que en la parte inferior de la imagen estacionaban dos almendrones, dos coches antiguos de los años cincuenta, una de las imágenes más emblemáticas de Cuba. Y además azules. Y de dos tonos, los mismos con los que está decorado el Air Force One.
¿Y entonces? “Sabía que tenía una muy buena foto. Pero temía que no le gustara a la editora de Reuter. El encargo era otro y yo le traía el avión, sí, pero de otra manera”. Para redondear la escena, el conductor de un coche sale y mira al cielo, otra mujer espera junto a la puerta del vehículo, y un tercer almendrón, lleno de gente, avanza por esa misma calle y, para que nada falle, también es de color azul.
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Y ahora ¿qué? “Pues a seguir trabajando, haciendo fotos, que es lo que me gusta, y luchando, pero muy feliz por el reconocimiento y porque a la gente le ha gustado mucho la fotografía”. La semana pasada, el fotógrafo chileno de la agencia Efe para el Caribe, Orlando Barria, avanzó en su página de Facebook algunos detalles de cómo se había hecho la foto. Lo suele decir el fotógrafo gallego Pedro Armestre, el secreto de una buena fotografía está en “sentir, para transmitir”. Y esta periodista que firma añade, el secreto está también en tener la disciplina para un oficio lleno de magia que no sabe de horas de espera y que premia al que está en el lugar desde al que ningún otro se le ocurrió mirar.