El proceso electoral del 5 de junio demostró el respaldo social que ostenta Morena. Los resultados obtenidos en 2016 dejan ver que tiene grandes posibilidades para ganar senadurías y diputaciones en la elección federal de 2018, lo mismo que presidencias municipales en los comicios locales.
Sin embargo, el principal obstáculo que existe en su camino rumbo al éxito electoral va creciendo como bola de nieve. Las actitudes de algunos personajes en el norte del estado pueden dar al traste con lo alcanzado. Mención especial merece un operador que se ha vuelto protagonista en los medios de comunicación y que no quiere perder esa notoriedad mediática sin llevar agua para su molino.
Omar Sánchez Cutis, coordinador de Morena en la zona norte del estado, es el responsable de organizar la estructura electoral en seis de los once municipios; no obstante, es cada vez menos cuidadoso en mostrar que su ambición personal subordina el Proyecto de Nación que desde 2012 promueve Andrés Manuel López Obrador (AMLO) y esta situación no pasa desapercibida para militantes ni para simpatizantes.
Algunos “morenistas” afirman que la forma de hacer política de Sánchez Cutis es 100% priista, ya que juega al “divide y vencerás”, logrando su cometido no sólo dentro de las filas de ese partido, sino entre los electores que por muchos años han respaldado a AMLO, quienes ante estas prácticas deciden voltear hacia otras opciones.
La cuenta va aumentando, militantes y exmilitantes de Morena han expresado en los medios de comunicación y en redes sociales su hartazgo ante la formación de grupillos que tienen como fin el apoyo incondicional a un seudo líder, pues responsabilizan a Omar Sánchez de imponer candidatos en los municipios en los que su obligación es sumar y no auto promoverse.
Por ejemplo, la imposición de su hermano Miguel Ángel en la planilla del Ayuntamiento en Puerto Morelos que contendió en la elección pasada, fue uno de los motivos de que otros cuadros valiosos como César Calderón Caballero, ex secretario general de Morena en Quintana, renunciara y se decidiera a apoyar la coalición PAN-PRD.
Resulta que Sánchez Cutis, como ex secretario de Organización y consejero nacional por Quintana Roo, bloqueaba muchas actividades que eran propias de la Secretaría General, a cargo de Calderón Caballero, imponiendo candidatos en Tulum, Puerto Morelos, Lázaro Cárdenas y Cozumel, siempre intentando formar una camarilla de incondicionales con la intención de, en un futuro cobrarles, factura.
Gracias a que las asambleas para renovar la dirigencia estatal de Morena, previstas para 2015, fueron canceladas debido a la intentona de apoderarse del partido por parte de integrantes del PRD, Sánchez Cutis sostuvo su influencia en la estructura estatal, pero su legado es mediocre. Puerto Morelos, Lázaro Cárdenas, Tulum y Cozumel tuvieron un resultado electoral muy pobre, incluso en la Isla de las Golondrinas ni siquiera obtuvieron una regiduría.
Para muchos militantes el nombramiento de José Luis Pech como delegado estatal representa una oportunidad para corregir el rumbo de las cosas y dar solución a varios problemas que se han observado desde la conformación de Morena. El peor enemigo está en las filas de los propios institutos políticos y eso no es nuevo.
En este caso, el interés personal de Sánchez Cutis sigue provocando que el trabajo de quienes tienen convicción y compromiso con un proyecto de gran escala con miras a la elección presidencial del 2018 quede de lado.
¿Permitirá José Luis Pech que continúe Omar Sánchez con su proyecto personal, ignorando el esfuerzo de la mayoría y que la militancia siga saltando del barco?