Televisa y su intento de limpiar su cochinero

Textos y Contextos
LA LIMPIEZA DE TELEVISA
Por: Miguel Alejandro Rivera

En las noches, después de la jornada laboral, me gusta apagar la televisión, prender una pequeña lámpara de la recámara y acostarme a leer. Relajarme en silencio con alguna novela interesante es la mejor forma que encuentro para terminar la noche.
Sin embargo, justo cuando avanzo dos o tres páginas, la pasividad se rompe con esa voz, la infaltable presencia emanada desde algún televisor de otra recámara que se entromete en mi intimidad. “Esta noche, en el noticiero…” y entonces mi lectura nocturna se convierte en una batalla por concentrarme en las páginas y vencer la distracción que significa la narración de las noticias de Joaquín López Dóriga.
Porque escuchar, aunque sea de lejos, al hombre que durante 16 años se apoderó de parte de la opinión pública, representaba encontrar en su discurso decenas de infamias, mensajes propagandísticos, sesgos informativos, juicios de valor, y otras cuestiones que imposibilitan la concentración en la lectura. Terminaba pues, por dejar el libro un rato y encender el televisor para quejarme a gusto de López Dóriga.
Pero esto se acabó: la voz avejentada y rasposa del conductor de televisión ya no será más la causa de la distracción nocturna, ahora será, una voz femenina la que haga propaganda, sesgue las noticias y realice entrevistas a funcionarios públicos para posicionarlos lo mejor posible ante la gente, como lo hizo el propio López Dóriga, en un diálogo de despedida con el presidente Peña Nieto.
Por las mañanas, Loret de Mola no se entrometía en mi existencia, pero ese que de pronto rompía la humanidad del periodismo con sus entrevistas irracionales, como la que le realizó a una mujer convaleciente cuyo auto fue destruido por la caída de un espectacular, también se fue.
Y así como Loret de Mola y López Dóriga, se fueron Lolita Ayala, Víctor Trujillo y Javier Alarcón, entre otros colaboradores de Televisa: aquellos personajes que durante muchos años tuvieron secuestrada la información de más del 80% de mexicanos con acceso a la transmisión de la televisora.
Aunque en el equipo informativo de Televisa “sobreviven” personajes como Esteban Arce, un sujeto que de ser un animador de lenguaje florido en “El Calabozo”, se convirtió en una de la voces más conservadoras y juiciosas de la televisión, la empresa de comunicación realiza una limpia que seguro atiende a las nuevas generaciones que le están dando la espalda.
Es difícil entender cuál es el futuro del periodismo y la comunicación en México, pues Televisa es una empresa privada que utiliza la información como una mercancía y pese a una cambio radical en su plantilla de conductores, el discurso seguirá siendo el mismo.
Parece que la esperanza se encuentra en las redes sociales, en las personas que denuncian las problemáticas ciudadanas con sus teléfonos móviles y en el periodismo de investigación que cumple el objetivo primordial de informar: develar las cosas que el gobierno o algún otro poder no quiere que se conozcan.
Ryszard Kapuscinski, histórico periodista polaco, decía que los cínicos no sirven para el oficio de ser periodista; cada uno de los mexicanos que ha soportado a la generación de comunicadores de Televisa que se está marchando, hará su juicio sobre los que algún día, fueron “soldados del PRI”.
Las voces habrán de cambiar y Televisa seguirá cayendo porque los medios emergentes están ganando la batalla; sin embargo, aún hay que estar pendientes y no dejar que como lo hizo el Partido Revolucionario Institucional, revivan los cínicos en el oficio periodístico,

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