Por: Jacobo Dayán
Al parecer solo nos conformamos con los “grandes” escándalos. Ante el anuncio, el domingo pasado, de que el portal de Aristegui Noticias daría a conocer una investigación sobre el pasado de Enrique Peña Nieto se generaron muchas expectativas. Por las reacciones en redes sociales, medios de comunicación y comentarios que me han hecho me doy cuenta que se esperaba “algo más”. Es decir hemos normalizado la tranza, minimizado el engaño y aceptado la mentira.
La investigación dada a conocer el domingo por la noche demuestra que Peña Nieto plagió a varios autores en su tesis de licenciatura presentada en 1991. ¿Tiene algo que decir laUniversidad Panamericana? El reportaje se basa en un análisis realizado por especialistas y académicos. No se trata de algunas líneas, cerca del 29% de la tesis para obtener el título de Licenciado en Derecho fue robado.
Para buena parte de la sociedad el reportaje no cumplió. Varios columnistas y periodistas salieron al ataque, no condenando el plagio sino contra el equipo de investigación diciendo que es irrelevante lo demostrado, que ya pasó mucho tiempo, que no es grave. En México no es grave lo que en otros lados sí lo es, y mucho.
En marzo de 2011, el ministro de defensa alemán, Karl Theodor zu Guttenberg, tuvo que renunciar a su cargo después de ser acusado de plagiar su tesis doctoral. La sociedad y clase política alemana presionó para que el ministro tomara esa decisión ya que había defraudado su confianza. Todo comenzó con la publicación de una investigación hecha por el periódicoSüddeutsche Zeitung en la que demostró el plagio en 20% de la tesis. Incluso la canciller alemana, Angela Merkel declaró “lamento muchísimo su decisión, pero entiendo sus razones”. En un acto de congruencia, zu Guttenberg reconoció su error y renunció ya que su permanencia perjudicaba al gobierno.
No solo en Alemania. En Hungría en abril de 2012 el presidente Pál Schmitt renunció a su cargo reconociendo que “ahora que mi situación personal divide a mi amada nación en lugar de unirla, mi deber es poner fin a mi servicio y dimitir de mi cargo de presidente”. La presión surgió de una publicación del portal de internet hvg.hu en la que se mostraba que la tesis presentada por Schmitt en 1992 era plagiada de distintas fuentes que en algunos casos se mencionaban como bibliografía. Como resultado se le retiró el título. La renuncia se logró por presión de los partidos políticos de oposición y buena parte de la prensa.
Regresando a Alemania, en febrero de 2013 se da otro escándalo al interior del gobierno de Merkel. La Universidad de Düsseldorf retiró el título de doctorado a la ministra de educación, Anette Schavan, por plagiar parte de su tesis doctoral. La crisis fue desatada por una denuncia anónima y la comisión gubernamental que investigó el caso concluyó que la tesis presentada hace más de 3 décadas contenía textos ajenos de manera “sistemática y premeditada”. La presión creció y obligó a la renuncia de Schavan.
Mención aparte merece la respuesta de presidencia. El comunicado trata de esquivar el problema con argumentos cínicos. “Por lo visto errores de estilo como citas sin entrecomillar o falta de referencia a autores que incluyó en la bibliografía son, dos décadas y media después, materia de interés periodístico”. En otros países lo son y tienen implicaciones serias.
En México parece que las cosas no son así. De hecho los ataques son al mensajero. Ni buena parte de la clase política, medios de comunicación y sociedad civil parecen indignarse lo suficiente. ¿Sería mucho pedir si ni siquiera hay reacción al recibir informes de que en México se perpetran Crímenes de Lesa Humanidad y la vida pública continúa como si nada?
No es nada nuevo pero la descomposición social, política y moral tienen un buen ejemplo en este caso.