La dependencia de México

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La dependencia de México

Por: Miguel Alejandro Rivera

Hace algunos días celebramos las jornadas de fiestas patrias, que para muchos significa más un “puente” de descanso laboral que la conmemoración de la Independencia de México. Miles de presuntos acarreados, o invitados, gritaron “¡Viva México!” ante su presidente, uno que ya no representa ni a su partido, que da más pena que coraje y que sigue haciéndole desaires a su mujer en público, como lo hizo en el balcón de Palacio Nacional durante la ceremonia del grito.

Miles de mexicanos, que llegaron en camiones hasta el centro de la capital para garantizar un lleno total en el evento de Peña Nieto, celebraron las festividades nacionalistas frente a un personaje que dobló las manos ante el más grande enemigo público del país: Donald Trump. El respeto de Peña Nieto y parte de su gabinete (o personas que eran parte) ante el empresario norteamericano, no demuestra más que lo poco independiente que es nuestro país.

Desde diciembre de 2013, cuando se aprobó la Reforma Energética, ya ni el petróleo, recurso natural nacionalista por antonomasia, le pertenece ni al pueblo ni al Estado; ahora, eso que por mucho tiempo mantuvo a flote la economía mexicana, es del mejor, o de cualquier postor.

Es interesante pensar a qué le llamamos “independencia”, pues sólo entendiendo bien el concepto sabremos entonces qué es lo que estamos celebrando cada septiembre.

En lo concerniente a política, la Real Academia de la Lengua Española define Independencia como: “Libertad, especialmente la de un Estado que no es tributario ni depende de otro”. ¿Cómo podemos decir que México es independiente cuando en la campaña presidencial de los Estados Unidos se habla de los mexicanos como si fuéramos orangutanes a los cuales se les puede poner en cautiverio a través de un muro?

Sabemos también que las Relaciones Internacionales no sólo toman en consideración a los Estados como sujetos de estudio en la arena mundial, sino también a Organizaciones No Gubernamentales, y más aún, a empresas privadas multinacionales que incluso tienen más poder que muchos gobiernos de algunos países.

En 2011, la Comisión de Hacienda y Crédito Público difundió información en la que empresas como Televisa, Palacio de Hierro, Grupo Modelo, Bimbo y Grupo México contribuyeron con 10 por ciento de sus utilidades, por debajo de las tasas que pagan las personas físicas.

¿De qué independencia gozan los mexicanos, la gente de la sociedad civil, el mexicano de verdad? Según información de El Financiero, la fortuna de los 62 grandes millonarios de nuestro país se elevó un 44%.

Nuestra “independencia” está al servicio del 1% de la población, mientras el otro 99% vive soñando con el 15 y el 16 de septiembre para tener unos días de descanso y gastar en la fiesta lo poco que le sobra de sus quincenas.

¿Dependencia? Nuestra moneda y los flujos de la economía dependen del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) y del precio del dólar, que llegó, finalmente, a 20 pesos por unidad de divisa. Las exportaciones aumentan pero qué hay de todo lo que importamos, incluida la gasolina, que se paga en dólares y por eso no deja de elevar su costo.

En la televisión nos dicen qué comer, como vestir, como lucir, cómo hablar e incluso, cómo pensar; en las Cámaras, de Diputados y Senadores, dicen cómo nos va a ir, cuantos impuestos vamos a pagar y qué se va a hacer con los recursos de la Nación. ¿Cuál independencia?: los pobres no pueden comer lo que quieren, los jóvenes no pueden estudiar donde desean, porque no hay lugares en las Universidades, los ancianos no pueden vivir una vejez digna, porque su pensión no alcanza y los servicios de salud pública son cada vez más decadentes… Dependemos mucho de las circunstancias.

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