(Jornada Maya)
En junio de 2015, el ya fallecido escritor italiano, Umberto Eco, fue muy criticado cuando en una entrevista, declaró que Twitter y Facebook “le dan el derecho de hablar a legiones de idiotas que antes conversaban sólo en el bar, después de beber un vaso de vino, sin dañar a la comunidad. Ahora tienen el mismo derecho a hablar que un premio Nobel. Es la invasión de los necios”.
Eco consideraba que si la televisión promovió al “tonto del pueblo, con respecto al cual el espectador se sentía superior”, las redes sociales lo engrandecen como “portador de la verdad”.
No podía, sin más, traer al recuerdo esa declaración que aunque ofensiva y violatoria a la premisa de la libertad de expresión, es una crítica a todo lo que irresponsablemente se vierte en las redes sociales y se hace viral e irremediablemente se convierte en una verdad en la que las personas, con falta de criterio, creen. Máxime si quien lo expresa, se vende con la imagen de “justiciero”.
Hace apenas unos días, los periodistas locales, discutíamos y aportábamos ideas en el Foro de Consulta ciudadana en contribución al Análisis de la Ley para la Protección de Personas Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas del Estado de Quintana Roo, en donde una de las mesas, era el Periodismo impreso, electrónico, digital y nuevas tecnologías de Información y Comunicación.
Aunque ya determinado por diversas organizaciones e incluso con un posicionamiento de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, el tema central de este debate, era si una Ley puede delimitar la libertad de expresión al establecer quien o quienes si pueden o no, estar bajo el cobijo de la misma, al denominarse “periodistas”.
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Cualquiera que tome un celular o haga videos y los suba a las redes, ¿en automático es un periodista o comunicador? O en teoría debe interpretarse a quien se apegue al uso de los géneros periodísticos o que ostente un título universitario como “periodista”.
En ninguna de las discusiones he podido establecer una conclusión e incluso hay quienes han propuesto debatir sobre la regulación a las redes sociales, por la irresponsabilidad en que han incurrido algunos en su manejo, al dar a conocer un hecho, por ejemplo, el de aquel “comunicador” que informó en vivo desde su cuenta en Facebook sobre la ubicación del ruso, Aleksei Makeev, y que provocó la agresión masiva en contra de esta persona.
Otro ejemplo más cercano, fue el pasado martes, cuando se “informó”, a través de la cuenta en Facebook de una persona, identificada como empresario, quien acusa al gobierno estatal de delincuencia organizada y sin pruebas, y llama a conformar un ejército de autodefensas.
Irresponsable, es por sí solo, el hecho de acusar sin aportar pruebas, pero aún más lo es el hecho de llamar a una movilización que pondría en riesgo a las personas, en el contexto de un hartazgo por la inseguridad que prevalece en la zona norte de Quintana Roo.
Este empresario que ha surgido como “activista y justiciero” en este sexenio, subió un video en las redes y lo hizo público a través de su canal que publicita por todas partes y que en consecuencia atrae a mucho público. Lo primero que vino a mi mente, fue: Eco tiene razón. De lo que no estoy muy segura, es que José Manuel Mireles avale que se use su imagen en el video de marras.
¿La libertad de expresión es válida cuando se usa de modo tan irresponsable?
