La Porkycracia de Javier Duarte

Columna de Julio Hernández ,el astillero                Dijo  ayer el gobernador Javier Duarte de Ochoa que en su estado no hay una juniorcracia, sino una democracia plena que vivimos los veracruzanos. No hay un solo indicio que apuntale las osadas declaraciones del priísta que dejará el poder en unos meses más. No se ha vivido en esa entidad nada parecido a la democracia, sino a su antítesis, volcado el dinero público a la promoción de las planillas del partido oficial a nivel estatal y también a nivel nacional (recuérdense las maletas con millones de pesos en efectivo descubiertas años atrás en el aeropuerto de Toluca). Y sí es una realidad que júniors pertenecientes a familias de la élite veracruzana han recibido el favor de la administración estatal para eludir la acción de la justicia en casos de violaciones de menores de edad y mujeres en general.

Aunque tal vez lo que se vive en Veracruz no sea, ciertamente, una juniorcracia, sino una Porkycracia. Es decir, el gobierno de lo más sucio, mediante las maniobras más puercas, para conservar un cochino sistema de cosas. No sólo en cuanto a la administración pública, al manejo del presupuesto y el cumplimiento de las funciones constitucionalmente asignadas a los gobernantes. También, y especialmente, en cuanto a la agresión tan sistemática como impune a periodistas, defensores de derechos humanos, jóvenes (Tierra Blanca y Papantla como terribles casos recientes) y, con mucha insistencia, subrayada en semanas recientes, a mujeres, en especial a menores de edad.

El caso de los llamados Porkys, los cuatro júniors que atacaron en enero de 2015 a una menor de edad, ha sido repugnantemente significativo. Confesión en video de los actos de violación sexual y difusión de ese testimonio, pero las autoridades se aferran a coartadas legaloides para no actuar contra cuatro portadores de apellidos relevantes en la realidad veracruzana. Días después, otra agresión sexual en la que participa un hijo de un funcionario de la administración duartista, lo cual no implicaría por sí mismo una culpa para dicha administración, pero sí la tolerancia, el encubrimiento, la complicidad.

Las agresiones contra mujeres se han multiplicado en todo el país. A consecuencia de la descomposición nacional y de la extendida percepción de que el dinero y las armas pueden permitir todo a quienes tienen tales recursos, el segmento femenino de la sociedad está cada vez más expuesto a lesiones, violaciones, secuestros y asesinatos. Las redes mexicanas de Internet reportan con frecuencia cada vez mayor la desaparición de mujeres jóvenes, en muchos casos apenas adolescentes o por llegar a la mayoría de edad. En las páginas policiacas abundan las notas sobre ataques, la mayoría de ellos muy graves, a la integridad corporal de mujeres

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